Judy Paola Barrientos, mi mamá, se fue de la casa a los quince años cuando supo que estaba embarazada. Como creía que al tener un niño adentro de ella las culebras se espantaban esa primera noche no les hizo caso a las serpientes que la rodeaban. A los nueves meses nació Johan. Cuatro años después nací yo pero nada fue fácil para ella. Mi mamá trabajó muy duro y de todo para mantenernos: atendió una cafetería, cocinó y lavó ropa para extraños y, además, estando embarazada de mi tercer hermano, Emanuel, le tocó meterse en una mina para ganar las monedas que impidieron morirnos de hambre.
Lo más duro para ella fue tener que dejarnos con mi abuela Nubia. A Johan lo dejó con el papá de él. A mi mamá le habían ofrecido un trabajo en Medellín y no nos podía llevar. Yo estaba muy triste por ella. Dos años duré sin verla. Volví, la abracé. Ella quiso volver a tener a Johan pero no se lo quisieron devolver. Se quiso morir de la tristeza. Sin embargo la vida siguió y las cosas empezaron a mejorar: Ya no éramos tres sino dos. Ella trabajó en una empresa en donde vendían celulares, nosotros comíamos tres veces al día, íbamos a la escuela contentos y teníamos casa.
Después nos fuimos a vivir con Eliecer, el papá de mi hermano más chiquito. Vivíamos en el pueblo de Los Ahorcados en Remedios acá en Remedios. Tuve muchos amigos y me iba bien. En segundo primaria fui la mejor del colegio. Yo hasta le decía a papá a Eliecer y el me llevaba a todos lados en su colegio. Lo único que no me gustaba de él eran las sopas de pescado que le quedaban muy malucas. Me daban hasta ganas de vomitar. Mi mamá se quedó en la casa, a él no le gustaba que ella trabajaba. Arrendamos la casa de Los ahorcados y nos fuimos a un departamento en la Cancha de las Negras. Teníamos de todo: computador, nevera y lavadora. Cada uno tenía su pieza. El paraíso se convirtió en infierno cuando mi mamá se enteró que la engañaba con otra mujer. Tenía dos hijos con ella. Lo que nunca le voy a perdonar a Eliecer es que se llevó la nevera, el chifonier y hasta la ropa mía. Mi mamá, con su valentía, decidió seguir adelante: ella es mi mejor ejemplo. Ahora trabaja en Rey, el mejor almacén del pueblo.
Mi sueño es ser una gran empresaria. A mis doce años creo que voy por buen camino. En Remedios, como en casi toda Colombia, no es fácil ser mujer. El machismo hace que nos golpeen, que nos engañen, que nos traten como basura. A mí no me va ayudar nadie, no lo necesito. Ya me acostumbré a hacerlo todo en mi casa. Un día me voy a ir a Medellín y le voy a pagar a mi mamá todas las cosas buenas que ha hecho por mí.