Gran sorpresa me causó ver que el actual alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, en una de sus tantas polémicas propuestas, recomienda al Gobierno Nacional y al Congreso de la República tramitar una ley para que los venezolanos exiliados, que han llegado a nuestro país, puedan obtener la nacionalidad “automáticamente”. ¿Qué causó mi sorpresa? Esta no fue motivada por una actitud xenófoba de mi parte, la cual nunca he tenido, sino por las implicaciones que esto tiene en la actual coyuntura nacional, así como la muy inusual disposición que tiene el gobierno distrital para ofrecer asistencia social a extranjeros, cuando es bien sabido que ha sido un tema que nunca ha priorizado entre sus gobernados.
En el marco legal vigente para la obtención de la nacionalidad colombiana, la Constitución Política, en el artículo 96, permite adquirir esta mediante dos vías: por nacimiento y por adopción. Para el caso específico que aquí compete, para la nacionalización de venezolanos se aplica el numeral constitucional de adopción de extranjeros que pertenecen a un país de Latinoamérica y el Caribe. La Ley 962 de 2005 establece que los ciudadanos de estos países pueden solicitar su nacionalidad cuando haya transcurrido por lo menos un año de estar domiciliados en Colombia de manera continua. Según los requisitos de la Cancillería colombiana, este año se cuenta a partir de la obtención de la Visa de Residente.
Lo que hoy propone Enrique Peñalosa es la concesión indiscriminada de nacionalidad ‘express’ para todo venezolano en suelo colombiano, lo que evidentemente está fuera de nuestro ordenamiento jurídico vigente y que requeriría la intervención del Gobierno Nacional y el Congreso de la República, como él bien lo mencionó. Sin embargo, el mandatario capitalino, como es costumbre, no dimensiona las consecuencias de sus ligerezas, ya que actualmente los venezolanos en territorio nacional son cientos de miles y muy posiblemente estaremos hablando de cifras superiores al millón en los próximos meses, dada la grave situación por la que atraviesa el país vecino.
Hoy se afronta una crisis humanitaria en Venezuela de grandes proporciones, que nuestro país no está preparado para atender. A nivel distrital y nacional se ha visto una desmejora en indicadores sociales y las perspectivas para el próximo año no son muy alentadoras, ya que el gobierno distrital ha priorizado su inversión en movilidad y el gobierno nacional proyecta disminuir la inversión en todos los rubros sociales. En este contexto, no nos podemos permitir el conceder la nacionalidad colombiana a “diestra y siniestra”, porque implicaría que estos nuevos colombianos tendrían los mismos derechos de acceso a los ya deteriorados servicios sociales a los que tenemos acceso los colombianos de nacimiento.
Solo puedo hallar una explicación a la sorpresiva generosidad que ha mostrado Enrique Peñalosa: él enfrenta actualmente un proceso revocatorio del que muy probablemente saldría derrotado en las urnas. Sin embargo, si el alcalde bogotano pudiera conseguir dilatar lo suficiente el proceso revocatorio y conseguir la nacionalidad ‘express’ para los venezolanos que quiere recibir “generosamente” en Bogotá, podría lograr el apoyo ciudadano que revierta el resultado adverso que se prevé en este momento. Esto es posible ya que, con la entrada en vigor de la Ley Estatutaria 1757 de 2015, cualquier ciudadano con su cédula inscrita en la ciudad de Bogotá estaría habilitado para votar la revocatoria del mandato.
Considero que sí debemos solidarizarnos con los ciudadanos del país vecino, darles la bienvenida y brindarles nuestra ayuda, pero con la mesura y responsabilidad con las que se deben administrar nuestras limitadas capacidades asistenciales. Pero que esto no sea aprovechado maliciosamente por políticos que buscan sacar beneficios en las urnas, porque esto sería un mico que le meterían a nuestra democracia; mico que seguramente no solo puede llegar a ser atractivo para Peñalosa, sino también para más de un precandidato presidencial, que vería con buenos ojos el habilitar para las elecciones a cientos de miles de venezolanos que vienen desilusionados con un mal ejemplo de gobierno de izquierda.