La violencia contra las mujeres en la historia de las sociedades ha sido un elemento transversal a todas estas; es decir, que dicho elemento, por distintas, diferentes y desiguales que puedan llegar a ser estas sociedades, contiene los mismos mecanismos de segregación y violencia contra las mujeres. La globalización, entendida desde los medios de comunicación, ha posibilitado que se comprenda principalmente este factor, ya que hay un sinnúmero de canales de comunicación, pero sobre todo el acceso a estos y la participación en ellos de cualquier ciudadano del mundo ha permitido identificar que la más atroz violencia contra las mujeres está presente en todas las sociedades. De esta forma se puede identificar que existen, como ya hemos mencionado, unos mecanismos que trascienden las formas culturales, dando cuenta que la violencia contra las mujeres no es un fenómeno actual, sino que, por el contrario, ha perdurado en el tiempo de forma oculta.
No obstante, lo anterior sugiere una pregunta: ¿cómo es que ha estado oculto por tanto tiempo un asunto tan visible? Si uno se acerca de manera desprevenida y sin ánimo de profundizar al medio de comunicación más cercano y de mayor acceso que es internet y rastrea de forma sencilla información acerca de la violencia contra las mujeres, puede encontrarse (solamente para el perímetro cercano, en este caso Cali, es decir, nuestras vecinas, nuestras amigas, nuestras hermanas, primas, cuñadas, madres, hijas etc.) noticias como estas: El duro relato de otra mujer atacada por su expareja en Cali, con apartados como “según Medicina Legal, Valle del Cauca reportó 16 mil 75 casos de mujeres agredidas y 136 mujeres fueron asesinadas en el Valle”, o este “Después que Karen Grajales Betancourt sintió un golpe en su hombro, miró hacia atrás y vio el mango de un cuchillo enterrado. A pocos metros suyos estaba el hombre con quien tuvo una relación sentimental por ocho meses y que siguió causándole más heridas, una en el seno izquierdo, otra en la mano, pero la más grave fue en el abdomen,” En total, fueron siete puñaladas aquella tarde del pasado primero de enero”.
Noticias escalofriantes como estas corren tímidamente los diferentes diarios, donde es aún más escalofriante que son atacadas Según el informe Forensis 2018, citado en una publicación de ONU Mujeres, cada día 71 mujeres denunciaron violencia sexual, fueron víctimas mayoritariamente en la vivienda 77% y en la generalidad de los casos el agresor fue un familiar, un conocido o la propia pareja.
En segunda instancia violencia contra las mujeres significa un lugar de opresión presente en los diferentes espacios que habita junto a los hombres, la escuela, el colegio, la universidad, el trabajo, la familia, el barrio, la ciudad, el país, el continente, el mundo etc. Que se ejerza como una violencia autorizada quiere decir que se ha naturalizado a través del orden social, político y cultural, incluso para las mismas mujeres. La no comprensión por parte de muchas mujeres de esta forma de violencia contra ellas mismas es porque su despliegue se efectúa a través de los propios valores que desde que nacen les asigna un les asigna un lugar de segregación en tal estructura jerárquica política, social, cultural etc.