Desde la consolidación de los acuerdos se han surtido un importante número de espacios políticos que han permitido someter a la paz a múltiples refrendaciones: el plebiscito, el fast track y ahora el trámite de las objeciones de Duque. El resultado es, por un lado, un considerable atraso y ralentización de la operación de todo lo relacionado con la paz, pero, por el otro, el espacio para el debate y la confluencia de diferentes fuerzas alrededor del proceso, lo cual marca un importante aprendizaje institucional.
Como en las democracias parlamentarias, parecen estar consolidándose bloques ideológicos, produciendo un realineamiento de los partidos políticos, construyendo nuevas coaliciones de mayor amplitud. Los partidos que hicieron parte de la bancada del gobierno de Juan Manuel Santos —en su mayoría— mantienen el apoyo al proceso. Salvo algunos sectores del conservatismo, el resto de las colectividades siguen apoyando la paz.
Cambio Radical después de una parcial oposición durante el fast track ha retomado el liderazgo en cabeza de Germán Vargas Lleras. Conjuntamente con el Partido Liberal lograron inclinar la balanza de la votación en Cámara, dándole una estruendosa derrota a las objeciones con 110 votos en contra y 44 a favor. Por su parte, en el Senado la discusión se dio en medio de una gran tensión y de todo tipo de maniobras para alargar el debate. Finalmente, aunque la votación final quedó 47 votos en contra y 34 a favor, el tema terminó en manos de la Corte Constitucional, frente a las dudas sobre la mayoría requerida para negar las objeciones.
Lo que se evidencia es una bancada mayoritaria favorable a la paz, lo cual podría representar un nuevo consenso que impulse además de la JEP, otros temas pendientes como: la reforma rural, las garantías para la participación o la reforma política.
El otro factor que viene jugando un rol importante en defensa de la paz es la presión de la comunidad internacional: desde los pronunciamientos de la ONU, hasta la observancia periódica de la Corte Penal Internacional. El blindaje internacional de los acuerdos ha funcionado. La paz de Colombia logró consolidarse como un activo humanitario internacional. ¿Es suficiente este impulso?
A pesar de estas espontáneas y positivas circunstancias, vale la pena preguntarse por el papel de la bancada alternativa en el Congreso. Después del positivo uso del derecho a réplica, sus efectos en la opinión parecen haberse diluido; dejándole un papel más decisivo a Cambio Radical y al Partido Liberal. ¿Vale la pena recuperar la iniciativa y proponer un pacto nacional para recuperar los acuerdos?
Por último, además de valorar todas estas circunstancias, la paz necesita conectarse con los ciudadanos de a pie. A pesar de esta victoria en el último minuto por parte de esta nueva coalición por la paz, los ataques al proceso continuarán, incluso, si es necesario convocando al constituyente primario. Como respuesta, es importante que todos entendamos que, para alcanzar un nuevo país, tendremos que combinar esfuerzos a favor de la paz: con los Partidos, la comunidad internacional y la ciudadanía.
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