La feria del libro es como un hermoso sueño donde se siente un placer especial comparable como ir varias veces a un bar, a una taberna, a un concierto, a un viaje, a un paseo, a un partido de fútbol y demás.
Entrar a cada stand de la feria es ver distintos mundos de las letras, ojear las hojas de los libros, leer sus portadas, disfrutar sus ilustraciones, valorar el esfuerzo de millares de escritores que en todo el mundo buscan interpretar la realidad, criticarla, proponer, divertirnos, llevarnos a otros mundos, enfrentar la realidad.
Es encontrarnos los millones de lectores que aún creemos en la lectura y la practicamos con los escritores y hacer de la vida un escenario más amable y feliz. Y, sobre todo celebrar que el libro sigue vivo y vigente.
Es poder disfrutar de los conferencistas internacionales, escuchar sus tesis, y planteamientos en los distintos órdenes del conocimiento, de escuchar nuestros escritores y sus obras, sus investigaciones y sus propuestas. Hasta un expresidente de la república que quiere lavar su imagen presentó un libro interesante sobre la pérdida de nuestro territorio exculpándose el mismo. Y, nuestro afamado escritor Fernando Vallejo en el lanzamiento de su último libro hizo varias letanías, junto con sus seguidores, porque los expresidentes vivos se vayan al infierno, lo mismo que hizo serias advertencias sobre el mesianismo, populismo, y clientelismo de Petro.
Gentes de todos los colores, sin distingo de ninguna naturaleza, recorren cada esquina de la feria del libro como un espacio democrático donde reina la paz, la fe y la alegría. Pero lamentablemente el sueño se interrumpe en muchos casos cuando se observa el precio de los libros. Están por las nubes y especialmente los importados. Muy pocas editoriales hacen promociones interesantes de feria.