Mutis de Coello, Tolima. Vallejo, paisa como el que más. Ambos construyeron narrativas a través de sus vivencias en dos lenguajes y atmósferas diferentes, aunque evocando lo bucólico y esa forma de vivir con complacencia a través de la buena música.
Álvaro Mutis, 'encopetado' pero no engreído. Sibarita impenitente, estudioso, amante en todo el sentido del vocablo. Poeta críptico, que nos dejó varios ´Nocturnos´ (siete en total) para acompañar este sendero. Un reflejo de su prosa, está aquí:
“Esta noche ha vuelto la lluvia sobre los cafetales/
Sobre las hojas de plátano/sobre las altas ramas de los cámbulos/,
ha vuelto a llover esta noche un agua persistente y vastísima/
que crece las acequias y comienza a henchir los ríos/
que gimen con su nocturna carga de lodos vegetales”
Su destacada “Ilona llega con la lluvia” fue llevada al cine, y es clásico de las letras y el séptimo arte.
Manuel Mejía Vallejo, tan paisa como el que otro Valle que está vivo -y que acaba de prender, nuevamente, buen fuego en la FilBo-, nos habla también del arrabal, del aguardiente, de la vida misma con sus compases y dobleces.
Llevada a la televisión su novela “La casa de las dos palmas”, donde decían “chorrear” para indicar que bajaban por una montaña. Un hablado del que llaman “montañero” pero impecable, está impregnado en toda su novelística.
“Aire de Tango”, “El día señalado”, son esas imprescindibles novelas que deben leerse para conocer de la narrativa criolla. De lo que está estructurado nuestro ADN literario y de lo que ha sido parte de la historia de nuestro país.
Ambos merecen evocación de su memoria, de sus letras, de su pensamiento, en este, el centenario de su natalicio.