En mayo del 2010, Gustavo Cerati, a sus 50 años, terminaba asfixiado después de dar un lamentable concierto en el Palacio de los Deportes. En una fiesta que le hicieron después del show en el Barrio Quinta Camacho, le dijo a sus amigos que era la última vez que daría un concierto en Bogotá. Dos días después le sobrevendría, en Caracas, el coma del que nunca pudo salir. Ibrahim Ferrer, en junio del 2005, tuvo que interrumpir en cinco oportunidades su recital y terminarlo sentado. A sus 77 años cantar en Bogotá era, para él, prácticamente imposible. Celia Cruz decidió en 1999 que no aceptaría una oferta para venir a la capital. A sus 76 años alguien le contó que el bolerista cubano Miguelito Valdés había muerto en Bogotá después del fragor de una presentación. A la jovencísima Kathy Perry pocas ganas le quedaron de volver después de terminar conectada a una máquina de oxígeno al intentar acabar su concierto.
El fantasma de la altura no sólo asusta a los equipos de fútbol: los músicos también lo padecen, sobre todo si tienes 73 años y debes cerrar tus dos horas de presentación corriendo por una pasarela mientras cantas Satisfaction.
La última vez que los Rolling Stones se presentaron en altura fue en el DF mexicano hace 10 años. La banda, la mejor del mundo en vivo, rugió como lo hacían en la década del sesenta. Ahora, una década después, surgen las incógnitas. Ya en los videos que están subiendo en Youtube del concierto que dieron anoche en Lima –ciudad al nivel del mar- están dejando claro que tienen la energía, vitalidad y talento para suplir las expectativas, pero la naturaleza es sabia y suele dictar sentencias inapelables: ¿Podrá Jagger, con 72 años encima, soportar los 2.600 metros de Bogotá?
Lejos de la leyenda negra que inventó Andrew Loog Oldham, Jagger siempre fue un chico atildado, siempre más pendiente de los negocios que de la misma rumba. Exceptuando un periodo cocainómano a finales de los años 70, Mick, hijo de un profesor de educación física, es un obsesivo del ejercicio y la comida saludable. ¿Acaso de verdad creen que un heroinómano alcohólico puede cantar y correr durante dos horas seguidas? Keith Richards, guitarrista y alma de la banda,- Que lamentable que nuestra cultura rockera sea tan pobre que tenga que explicar quién es Keith Richards- si ayudó a crear, con sus excesos, la imagen del rockero como el poeta byroniano. Keef, desde que tenía 30 años, encabezó la lista del próximo-rockero-muerto pero su vitalidad ha superado cualquier expectativa hasta el punto que el cómico Jay Leno llegó a decir del músico de 72 años “Deberían hacer los aviones del material que está compuesto Keith Richards”.
Charlie Watts le ganó el pulso a un cáncer y Ron Wood tiene como única enfermedad su afición desmedida al vodka. Al parecer no hay nada que temer, si bien los seres humanos no deberían vivir a 2600 metros de altura, los Rolling Stones, acostumbrados a lo imposible, cantarán, correrán y bailarán como si al frente de ellos no se extendieran los cerros bogotanos sino una ardiente y plácida playa.
Ferrer, de 77años, apareció en escena después de una primera pieza instrumental e intentó cantar de pie, pero tuvo que sentarse. Ya lo había advertido el director de la orquesta, Demetrio Muñiz, al comenzar el show, cuando afirmó: "El primer día (en Bogotá) no pudimos dormir porque estábamos sin aire, el segundo caminamos con dificultad y hoy estamos tocando con el corazón".
Aunque bromeó con el público y demostró su calidad y profesionalismo, el artista estaba demasiado afectado. Interpretó 'Buenos muchachos', el bolero 'Naufragio' y la canción 'Perfume de gardenia'.
Al terminar esta última, desapareció del escenario dejando al público en vilo y preocupado por su salud. La gente alcanzó a preguntarse si volvería a la tarima, pero la orquesta tranquilizó a la audiencia con un homenaje musical a Rubén González, en el que se lució el pianista 'Robertico' Fonseca.
Ferrer regresó a interpretar 'Herido de sombra y tras una hora y veinte minutos de concierto, el músico salió de escena para empezar el ritual del bis. Pero cuando regresó para 'Dos gardenias', tuvo que quedarse inmóvil, recuperándose, mientras que la orquesta continuaba su ejecución. El público volvió a animarlo con un aplauso y el músico terminó la canción con mucho esfuerzo.
"Esta es la última presentación que la señora Celia Cruz va hacer en Bogotá, debido a la altura", dijo el organizador del evento, Ricardo Leyva. "Ella recuerda lo que le pasó a Miguelito Valdés (que murió en 1968 en Bogotá, a los 62 años), y le da mucho miedo quedarse en Bogotá".
Alegó sentirse ahogado y afectado por la altura, pero eso no impidió que el artista mostrara su entusiasmo por estar en Bogotá. "Vamos a divertirnos después del show" dijo y levantaba un vaso de wisky que tenía al lado de la pedalera de efectos de sus múltiples guitarras.