Música en Cartagena (I)
Opinión

Música en Cartagena (I)

Noticias de la otra orilla

Por:
enero 24, 2015
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.

Se preguntaba el investigador Alberto Abello en una lúcida y cuestionadora columna en el periódico El Espectador, por los días en que precisamente se celebraba la IX versión del Festival Internacional de Música de Cartagena, si La Heroica “no moriría de éxito” al matar la gallina de los huevos de oro que constituye su espacio patrimonial privilegiado como escenario de importantes eventos culturales de repercusión internacional, que sin embargo la ciudad no ha sabido aprovechar para replantear y afinar su actual modelo de turismo, sofocado y manipulado por grandes intereses locales y nacionales, privados y públicos.

Ya meses antes, en el III Seminario Internacional de Memoria y Patrimonio, se había hablado también de Cartagena como ciudad portadora de fuertes paradojas en su condición de cuestionable museo de historia, arquitectura e inequidad, en medio de indecibles contradicciones sociales, políticas y culturales.

Pero a pesar de todo eso, y de todo el malestar que sabemos que sienten grandes sectores de la ciudad al sentirse excluidos de muchos de estos eventos, uno puede experimentar en carne propia, más allá de toda engañosa percepción, que este es un evento que logra en muchos sentidos comunicar una clara significación de ciudad con presencia en más de 15 espacios abiertos y cerrados, un festival sin duda a la altura de los mejores del mundo. El número de conciertos, la multitud de intérpretes, la cantidad de talleres abiertos para legos y especialistas, y su estrecho vínculo con un proyecto orquestal juvenil local, me parece que son todos elementos que hacen de este evento uno de los mayores aportes prácticos, cualitativos y simbólicos que deja a la ciudad de Cartagena y a sus gentes. Así lo veo.

En todo caso, lamento no haber podido estar gozando esta Cartagena musical desde el primero hasta su último día, y por eso solo comentaré aquello de lo que pude tener apenas la oportunidad de vivir de cerca.

Y lo primero fue un magistral concierto titulado Cuentos del Mediterráneo del pianista y compositor italiano Enrico Pieranunzi, acompañado del virtuoso clarinetista Gabriel Mirabassi y del extraordinario contrabajista Scott Culley, trío al que se sumó el cuarteto colombiano Manolov.

Yo había tenido ya la oportunidad de conocer a Pieranunzi y a Mirabassi en conciertos diferentes en los festivales de jazz de Peruggia, en Italia, y ya había tenido también la oportunidad de disfrutar sus discos comprados en una tienda de discos que tiene en una esquina del ayuntamiento de Peruggia, precisamente el Director General del Festival de Cartagena Tonino Miscená, prensados, además, por el sello EGEA que él mismo dirige.

Pieranunzi es un pianista exquisito de gran experiencia en la escena del jazz europeo y arma con su imaginación literaria y musical una suite preciosista de siete temas que en la atmósfera de un trío de jazz y un cuarteto de cuerdas recibe una nueva dimensión que encaja en lo que desde mediados de los años 70 se empezó a llamar como jazz de la tercera corriente; es decir música contemporánea producto de un sabio hermanamiento entre la música clásica europea y el jazz. En este caso para zurcir un relato de hermosa poesía y de interpretaciones impecables.

Asombrados por la calidad musical del Cuarteto Manolov Pierannzi y Mirabassi hicieron cada uno a su turno abiertos elogios: el primero luego del concierto en el escenario del Adolfo Mejía y Mirabassi dos días después cuando nos despedíamos a la salida del Hotel Hilton.

Ese mismo día, más tarde, en la Plaza de San Pedro veríamos al pianista francés Francois-Joël Thiollier, un veterano conocedor de su instrumento, que en enérgicas interpretaciones, quizá un poco apresuradas, nos entregaría una primera parte densa y misteriosa como la dictaban los tres genios que tenía entre manos: Liszt, con las Reminiscencias de Simón Bocanegra; Debussy con Noche en Granada y La isla alegre; y Ravel con su Alborada del gracioso.

La segunda parte estuvo a cargo del Cuarteto Casals interpretando una obra del español Juan Crisóstomo de Arriaga, una gran oportunidad para acercarnos a este maravilloso ensamble de cuerdas de enorme prestancia musical.

Y una tercera parte para la obertura de La italiana en Argel de Rossini por la Orquesta de Cámara Mahler a cargo del joven director Teodor  Currentzis y el Concierto para violín y Orquesta No. 5 de Mozart, ahora en manos del joven virtuoso del violín Pekka Kuussisto, que nos dio a todos apenas un mínimo adelanto de su genial presentación del día siguiente en el Adolfo Mejía.

Y en efecto, lo que Kuussisto hizo en el concierto de Mozart, especialmente en el adagio, fue en verdad un prodigio de interpretación y de reinvención revolucionaria del gran compositor. Empezó a intervenir su solo de la partitura con suaves improvisaciones que luego fueron el pretexto para un canturreo vocal sutil, libre e inspirado que le dieron a la interpretación general el aire de un Mozart redivivo y posmoderno.

 

Sigue a Las2orillas.co en Google News
-.
0
Ciudad al fondo de Monique Facuseh

Ciudad al fondo de Monique Facuseh

Recuerdos de un encuentro y un diálogo

Recuerdos de un encuentro y un diálogo

Los comentarios son realizados por los usuarios del portal y no representan la opinión ni el pensamiento de Las2Orillas.CO
Lo invitamos a leer y a debatir de forma respetuosa.
-
comments powered by Disqus
--Publicidad--