En épocas de pandemia es habitual escuchar entre colegas y estudiantes del área de las ciencias administrativas que ninguna empresa había contemplado una pandemia al momento de diseñar su matriz DOFA, afirmación ante la cual la reacción de la mayoría es reír estrepitosamente. En Colombia, reconocida por ser uno de los países más felices del mundo, no hay nada que nos cause más gracia que nos digan o que nos muestren lo que concebimos como real o como cierto, aún más cuando hay sarcasmo de por medio.
Lo anteriormente mencionado pone en evidencia que, en ocasiones (más de las que se creería), lo que las empresas consideran poco probable puede convertirse en una realidad, algunos dicen que se debe a la famosa ley de Murphy que enuncia que “si algo puede salir mal, saldrá mal”, En este escenario, es posible cuestionarnos sobre la validez de utilizar herramientas de planeación estratégica como la matriz de DOFA en tiempos de pandemia (e inclusive en tiempos de pospandemia) y, más allá, de cuestionarnos sobre la pertinencia de los aportes en materia de planeación estratégica de autores seminales como Mintzberg, Ansoff, Chandler, Andrews, Godet, entre otros autores.
De tal manera, se podría decir: ¿presenciamos la muerte de la planeación estratégica en tiempos de pandemia? Dicha afirmación podría ser un poco precipitada. Si bien, en la actual coyuntura, la respuesta natural de la mayoría de los estrategas y/o tomadores de decisión en las empresas (de cualquier tipo) ha sido el temor de planear a largo plazo en momentos de incertidumbre y de aversión al riesgo, esto no quiere decir que la planeación estratégica esté a punto de decirnos sus últimas palabras.
La planeación estratégica fomenta el aprendizaje, la innovación y la adaptación de las organizaciones frente a los cambios del entorno, así mismo, posibilita prevenir los incendios en vez de apagarlos, permitiendo que las organizaciones se encaminen hacia el futuro deseado sin necesariamente aproximarse al futuro más probable. En consecuencia, las empresas y la academia afrontan el reto de repensar la planeación estratégica, innovando en el discurso y en la práctica del ejercicio, entendiendo que el entorno es cada vez más cambiante y que se debe ir más allá de la probabilidad y agudizar el olfato para vislumbrar escenarios de crisis, ya que como dice el adagio popular “en tiempos de crisis surgen las grandes oportunidades”.
