En las Zonas Veredales transitorias hemos visto con preocupación cómo hacen falta implementos de higiene personal, toallas, pañales, una política integral de atención a esta población. La pesada carga de ser madres y mujeres, antes y después de la guerra, no parece cambiar. Si antes podía ser la comandancia la que ejercía control sobre el cuerpo de las combatientes, hoy es la violencia de un machismo estructural y de Estado la que desafiará sus venas revolucionarias. Este será el primer día de la mujer, 8 de marzo de 2017, donde podrán enfrentar sin fusiles la violencia de género.
Por eso, es necesario que el Estado les cumpla a las mujeres combatientes de las FARC-EP que se reincorporen a la vida civil, desde una perspectiva de género, con el deber de esclarecer la verdad y con medidas que les garanticen vivir sin discriminación, dentro de las zonas veredales y en la sociedad en general.
A las mujeres les ha tocado sufrir y combatir la violencia de género en el conflicto colombiano. En un informe de 2011, el Centro de Memoria “reconstruye los impactos y la participación de las mujeres como integrantes de los grupos armados, víctimas o resistentes de la guerra colombiana”[i]. Este nos muestra no sólo la faceta de las mujeres en su condición vulnerable, como frecuentemente las imaginamos en el campo de batalla, sino que muestra cómo desempeñaron posiciones de mando y control o lideraron la resistencia comunitaria a las formas de gobierno paramilitar.
Este liderazgo ocurrió en medio de macabros episodios de violencia por el hecho de ser mujeres. Se han documentado sobre los paramilitares, casos como el de “el reinado de belleza” en Libertad de 2003, donde menores de edad que habían sido abusadas sexualmente fueron obligadas a desfilar en un evento público; o el “Testimonio de las mujeres rapadas”, de Rincón del Mar en 2004, donde se relata cómo tres mujeres jóvenes fueron rapadas por un paramilitar bajo la acusación de ser “infieles, rumberas e incumplir con los roles”[ii] de mujeres”, entre muchos otros.
La Comisión de Esclarecimiento de la Verdad tendrá que decirnos cuáles fueron las violencias de las que fueron víctimas las mujeres combatientes y civiles en medio del conflicto armado con las FARC-EP.
Aunque, no basta con saber la verdad. El Estado colombiano no puede seguir siendo liderado por un machismo rampante, que obliga a las mujeres a rogar por ayuda humanitaria, en lugar de tomarse en serio la salud y necesidades particulares que puede tener la población de mujeres en las zonas veredales transitorias. Debería llenarnos de rabia que haya una sola mujer en una zona veredal, con la firme convicción de entregar las armas, que no tenga condiciones sanitarias dignas para vivir su día a día o maternidad -si así lo decide.
El Gerente de las Zonas Veredales ha afirmado que hay un avance de hasta un 80% en la implementación, mientras las FARC-EP han invitado a constatar a día de hoy que este no supera el 23%[iii]. Mientras el debate sobre este porcentaje o la asignación de contratos irregulares continúa[iv], no ha sido una prioridad proveer una atención diferencial a las mujeres, con implementos básicos de salud sexual y reproductiva, atención psicosocial o guarderías si es el caso, habiendo un gran número de mujeres gestantes[v]. De ahí que un grupo de ciudadanos haya decidido escribirle a Carlos Córdoba, Gerente de dichas ZVTN, para que aclare por qué se han dado estos incumplimientos, qué tan grave es la situación y cuál es el plan de contingencia.
Ellas, en su calidad de habitantes rurales, algunas con vacíos en su formación básica, como madres solteras, la tendrán muy difícil para salir de la pobreza sin apoyos institucionales y solidaridad en general. No sólo deberán reincorporarse bajo el estigma de ser “ex guerrilleras”, sino que lo harán con la dificultad de ser mujeres en una sociedad machista, donde un 74% de las mujeres han sido víctimas de agresiones físicas o sexuales, 970 fueron asesinadas en 2016, un 73% del abuso sexual es en niñas y la mayoría de casos ocurren en sus hogares.
En suma, la revolución para ellas apenas está comenzando, serán pioneras ya no en la colonización de nuevos territorios por las armas, sino en la recuperación de sus cuerpos, vidas y relatos que fueron secuestrados por la guerra.
Esas mujeres, jóvenes, valientes, con miedos, anhelos, madres, con liderazgo o inseguridades son este 8 de marzo un testimonio vivo de lucha, de resistencia, de “berraquera”. En cambio, el Gobierno Nacional, con sus incumplimientos en las ZVTN, como la sociedad en general con su indiferencia, están haciendo que este camino de reincorporación se parezca más a una continuación de la violencia que han vivido, antes que a un mundo de nuevas oportunidades y paz.
*Activista de DD.HH.
[i] CMH (2011) Mujeres y Guerra: víctimas y resistentes en el caribe colombiano.
[ii] CNMH. Mujeres y guerra. 2011.
[iii]http://www.pacocol.org/index.php/comites-regionales/valle-del-cauca/171-las-farc-presentaron-informe-sobre-zonas-veredales-y-demostraron-el-atraso-en-las-obras
[iv]http://www.elespectador.com/noticias/paz/denuncian-presuntas-irregularidades-en-contratos-para-zonas-veredales-articulo-681060
[v]http://www.elpais.com.co/proceso-de-paz/por-lo-menos-80-guerrilleras-embarazadas-estan-en-zonas-veredales-dicen-las-farc.html