Escuchar la voz doliente de Alejandra Rojas, otra de las muchas mujeres maltratadas y casi asesinadas por su pareja, me conmovió casi hasta el llanto. No es posible que las mujeres sigamos siendo abusadas hasta la muerte en innumerables ocasiones. Esto nos lleva a cuestionarnos qué está pasando con los hombres y con las mujeres del mundo. Es cierto que ha habido tiempos peores para las mujeres, pero no hay derecho que con las condiciones que ofrece el mundo actual siga pasando esto.
La mujer debe hacerse consciente de que es la dadora de vida y el sostén ético de la familia. Es necesario que la mujer que trae al mundo hijos, varones y hembras, se arme de valor y de valores para transmitírselos a sus hijos. La ideología de la madre es fundamental para formar hombres íntegros, responsable, no machistas, ella no puede seguir siendo la transmisora de valores caducos, machistas y peligrosos. Ella debe tratar por igual a sus hijos e hijas, debe valorarlos igual y exigirles lo mismo. Ambos deben crecer en el respeto y con la convicción de que a todos, aun en condiciones precarias, se les otorgaron las mismas oportunidades. La mujer madre debe dejar de aguantarle a sus hijos varones sus pataletas, debe dejar de justificarle sus groserías, debe inculcarle el respeto por ella misma, por sus hermanas, por su abuela, por todas las mujeres de su entorno. Las mujeres deben dejar de ser caníbales de sus congéneres.
La mujer en nuestro medio crece con la idea romántica del amor, este se vuelve su meta y su perspectiva. La mujer crece creyendo que la maternidad a toda costa, la protección que supuestamente le brinda la figura masculina y la sumisión las hará felices por siempre. Ahí empieza y acaba la vida de muchas mujeres lamentablemente. Por eso la mujer debe proyectarse y proyectar a sus hijas para que tengan sueños, piensen más allá del idilio, casi siempre fugaz y con consecuencias solo para ella, lo que significa, en general, uno o varios hijos sin el apoyo de nadie más que ella, porque a la mujer le da miedo, pereza o ambas, exigirle a un hombre que responda por sus hijos, así que se echa la carga ella sola, cuando no se echa la de tener un amante conchudo, exigente y violento, que si acaso le da un poco de sexo pero nada más, y muchas veces peligroso. Es triste ver en nuestros países latinoamericanos a la mujer cargar a los hijos en una mano, en la otra lo que llevan para rebuscar la comida de sus vástagos y por su fuera poco cargarse a la espalda al borracho que tienen como marido.
La mujer latinoamericana debe educarse y no perder las oportunidades de estudio y formación que bien que mal le ofrece la sociedad, para que pueda forjarse un porvenir, porque solo si gana su independencia económica, fortalece su autoestima y tiene un alto instinto de conservación podrá realizarse a plenitud. Este último punto es esencial, porque parece que la mujer no se da cuenta de que si un hombre golpea y maltrata a su madre y a sus hermanas, ha sido abusivo con sus otras mujeres, es vicioso y conflictivo, además de vago e irresponsable, nadie lo va a hacer cambiar y ella a larga va a convertirse en su siguiente víctima. La mujer no debe enceguecerse por el sexo, por la compañía, por su deseo de respaldo. Se han visto casos atroces en los que una mujer se separa del padre de su bebé y a los pocos meses, cuando no semanas, ya vive con otro hombre, al que muchas veces mantiene, que es maltratador y abusador, con lo que no solo ella se pone en peligro, sino a sus hijos, cuántos padrastros no han violado y matado al hijo o bebé de sus ocasionales mujeres.
La mujer debe entender que el mundo es más amplio de lo que ella cree, que está lleno de personas, paisajes y vivencias diversas, tanto que la vida casi no alcanza para conocer y ver todo lo que ofrece. La mujer debe ser formada desde la escuela y desde el hogar en la perspectiva de que todo no se les debe ir en vida sentimental, que el ser humano es un abanico de posibilidades y opciones; de que el campo amoroso es solo un aspecto, porque hay más, hay vida profesional, laboral, social, hay empresas y sueños, hay lugares y experiencias por vivir.