Mujeres: "jueguen un poco más calladitas"

Mujeres: "jueguen un poco más calladitas"

Calladitas nos vemos más bonitas, dirán muchos, calladitas influimos menos. Éramos mejor cuando callábamos y no opinábamos, no votábamos...

Por: Diana Abril
junio 17, 2024
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Mujeres:

"Juega un poco más calladita", así me dijo mi pareja en un partido de baloncesto, hace ya varios meses, y recordé el dicho «calladita se ve más bonita»; lo dice mucho una tía.

Cuando mi pareja me recomendó quedarme «calladita», prometí no volver a decir una palabra, y me quedé el resto del juego en silencio.

Tenía unas ganas inmensas de llorar y, aunque siguió otro partido, no quise jugar más. Me senté en un pequeño andén, detrás de la cancha, y empecé a escribir. Él pensaba que estaba adolorida porque en medio del juego me había lastimado dos dedos de mi mano derecha, pero no se percató de que el dolor físico a veces ni duele, cuando lo psicológico es, incluso, más doloroso.

Y esos son tipos de violencia, estipulados en la Ley 1257 de 2008 (violencia económica, física, psicológica, sexual, emocional) y en otra normativa que, como mujeres, hemos tenido que luchar por tantos años.

La Ley 1773 de 2016, Ley Natalia Ponce de León o Ley de Víctimas de Ataques con Ácido es un ejemplo de ello, que, además, involucra a todas las personas (de distinto género) que sean lesionados con agentes químicos, ácido y/o sustancias similares.

Sin embargo, no solo quedé dolida por lo que mi pareja me había dicho, y que yo había permitido, porque no le refuté nada en ese momento, pues, estaba en shock, como a muchas les pasa, sino que me sentía así por los cientos de miles de mujeres más que han tenido que callar toda su vida o, por lo menos, por un tiempo.

Han sido calladas por su padre, por su pareja, por su tío, por su hermano, incluso, por su madre o por cualquier mujer de la familia… Pero, sobre todo, me sentí dolida por esas mujeres que han callado para siempre, de manera violenta. Me sentí tan mal que quedé muda por un rato largo, y pensé en la forma de poder expresarme, y fue esta.

Pese a ello, aclaro, no ha sido necesario tener que exigir respeto, como les ha sucedido a muchas, porque sin escribirlo, ha sido él (mi pareja) quien tomó la decisión de cambiar esos comportamientos normalizados (micromachismos) por su familia y, principalmente, por su padre cuyas conductas patriarcales y machistas fueron asimiladas y permitidas por muchos años y por algunos integrantes de su núcleo familiar.

«No es Hora de Callar» es la campaña que lidera la periodista Jineth Bedoya, después de haber sido víctima de secuestro, tortura y violencia sexual, por tres paramilitares, en la época en la que reinaba todo lo que tuviera que ver con el paramilitarismo (año 2000).

A Bedoya la trataron de callar por su labor, por ser mujer. Menos probable habría sido secuestrar, violar y ultrajar a un hombre periodista que estuviera haciendo investigaciones similares, como las que hacía Bedoya en la Cárcel La Modelo. Y los datos así lo indican.

Las cifras de mujeres violentadas sexualmente, por ejemplo, han sido y son evidentes, pues, según el Instituto Nacional de Medicina Legal se realizaron 25 355 exámenes médicolegales en 2022. A las mujeres se les realizaron 22 376, a los hombres, 2975 y, a personas intersexuales, 4. Esto representa en las mujeres un 752 % más en relación con los hombres.

En 2023 se realizaron 23 612 exámenes médicolegales. A las mujeres se les realizaron 20 774 y, a los hombres, 2838. Esto representa en las mujeres un 732 % más en relación con los hombres.

El reporte de este año (enero y febrero) indica un promedio de 628 % de exámenes médicolegales de mujeres con referencia a los de los hombres.

Diferencias abismales. La violencia intrafamiliar, por traer otras cifras a colación, indica, para el 2022, denuncias de 47 771 mujeres y, de hombres, 13 891, una diferencia porcentual de 344 % de mujeres con respecto a los hombres. De personas intersexuales solo se presentaron 10 denuncias en ese año. En 2023 las cifras son similares, pese a que aumentaron.

La violencia en contra de los hombres fue de 14 735 en relación con las de las 49 247 mujeres, con una diferencia porcentual de 334 % de denuncias de mujeres en relación con las de los hombres.

Sí, las cifras no mienten, y calladitas nos vemos más bonitas, dirán muchos, calladitas influimos menos. Éramos mejor cuando callábamos y no opinábamos, no votábamos. Estábamos mejor así: calladas. Pero empezamos a hablar y a hacernos notar.

¡Ese fue el problema! Ahora, decir cada palabra cuesta, aun cuando soluciona problemas, porque, a veces, las únicas formas de exigir justicia son gritar, gritar al unísono, para que nunca nos vuelvan a callar y no nos ignoren. A veces, nos llaman locas por expresarnos con vehemencia por los distintos medios, lo que, tal vez, en otros tiempos habría sido motivo para internarnos en un centro psiquiátrico.

De cualquier manera, de nada sirve expresarnos de una o de otra manera ni refugiarnos en medio de la gente, pues, los centros comerciales, como lugares públicos, en los que nos deberíamos sentir más seguras, no han sido suficientes, y ya van algunos casos.

El Centro Comercial Unicentro fue uno, pues, el Día de la Madre, de este 2024, fue asesinada Erika Aponte Lugo a disparos. Otro caso que dejó impresionados a muchos fue el asesinato en la plazoleta de comidas, de Viviam Urrego, en 2012, delante de su familia y de todos los que en el momento estaban en la zona. Definitivamente, pagamos un precio bastante alto por no quedarnos calladas y, lo grave del asunto, es las maneras en las que nos callan. Tampoco queremos ni deberíamos ser mal tratadas de ningún modo y, mucho menos, morir a manos de un hombre. De cualquier modo, todo tipo de violencia es igual de grave.

Ahora, en estos últimos días, me entero, por una amiga y excompañera de estudio, madre, echada pa lante, Angie Valbuena, de que, la mujer que asesinaron, recientemente, en el Centro Comercial Santafé, fue Stefanny Barranco Oquendo, nuestra compañera, también de estudio, en Barranquilla, y hace unos años.

Al saber de Stefanny, vi sus fotos, y recordé la lucha que para la época teníamos muchas, porque, en mi caso, mi único fin era graduarme y conseguir un trabajo con la finalidad de poder dejar a una expareja que me tenía subyugada a tal punto, que los insultos ya estaban, también, normalizados tal y como, reitero, se hace con todos los tipos de violencia en contra de la mujer, y que el psicólogo Luis Bonino Méndez ha denominado como micromachismos.

Al ver mi situación en aquellos años, mi profesora me llevó a la psicóloga, cuya objetividad dejó a un lado y, con base en mi breve historia, me dijo que dejara a ese hombre… Y, sí, por más de que pasó un tiempo considerable, finalmente lo hice, con la ventaja de no tener hijos en común ni ningún patrimonio. Pero ella, Stefanny, a pesar de que ya había dejado al padre de sus hijos, cuyos motivos sobrarán, no pudo huir, no pudo seguir hablando ni expresándose por redes. Para su victimario fue más fácil asesinarla que retenerla y, por ello, Stefanny tuvo que callar para siempre. En los detalles del perfil de Facebook, Srefanny escribió que amaba a sus hijos «con su vida» y uno de sus últimos mensajes usado en la Psicología dice: Antes de decir «Te amo», deberíamos aprender a decir «Me amo». Yo digo: deberíamos tomar ejemplo de la valentía de Stefanny y de todas las mujeres víctimas, y saber que la «valentía» no es para todos, sino para los que de verdad quieren ser valientes, pero, pueden morir en el intento, de cualquier manera, nada justifica un asesinato. Ahora, con la imputación de cargos realizada este viernes, 7 de junio, Iván José de la Rosa (el imputado) soltó una carcajada, cuya excusa fue afirmar que lo que aseguraba la fiscal era mentira, por este motivo, fue regañado por el juez del caso.

Para finalizar, hace unos días leí un artículo sobre Amor o solo refuerzo intermitente; atención y, aunque son muchos los escritos referentes al tema, el entendimiento al leerlos es visible.

En algunos casos, se habla de las migajas emocionales traducidas en ese refuerzo intermitente o en la obsesión, en cambio del amor, que dicen sentir los agresores.

Efectivamente, muchos de estos hombres, que no han podido retener a su pareja, optan por hacerles daño de algún modo. Por ello, se habla de los diferentes tipos de violencia y, en ocasiones, cuando se trata de solo uno o dos, es el momento en que la mujer afirma para sí misma que su pareja es tal cosa o tal otra, pero jamás le haría un daño como esos, por ejemplo: agredirla físicamente, violarla, asesinarla.

Las mujeres solemos comparar a otras personas con nuestras parejas y, a nuestra relación, con otras, a fin de hallar aspectos positivos que eliminen los detalles que han convertido nuestras vidas en infiernos.

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