Recorrer el centro de Bogotá, así como el de toda gran ciudad es inevitablemente un encuentro muy cercano con la otra y el otro. En este día y pese al frió penetrante nos convocaba algo muy especial y hasta contradictorio, nos congregábamos en torno a la conmemoración del día: “25 de noviembre día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer”.
No hice parte de ninguna puesta en escena, no fui perteneciendo a ningún partido o alguna organización,(lo que no quiere decir que no respete profundamente el trabajo de las mujeres en red y organizadas, creo que eso es lo que nos hace falta) me convoco el hecho mismo de ser quien soy: MUJER. La tarde y parte de la noche fueron acompañadas de canciones, palabras, performance, sonidos, colores, risas, abrazos y arengas como: “No más violencias contra las mujeres”, “nos queremos vivas” "Mujeres Sí a la Paz, Violencias Ni una Más" y una que especialmente llamo la atención por ser un grupo de hombres que junto al Palacio de Justicia gritaban “tanto machismo me da puteria por eso trabajo de noche y de dia”. La fuerza de los tambores en los cuerpos de las mujeres de la Batucada Manada Callejera, La Batucada Empoderada Pasto, las voces y bailes de esta red de cantadoras, raperas, dj`s, nos cargaron inevitablemente de fuerza vital femenina. Así afirmamos y amamos nuestros seres y rechazamos un mundo machistamente normalizado.
Déjame en paz gritamos todas, déjame en paz lo hemos silenciado muchas veces, déjame en paz seguramente pensaron sufriendo y llorando Rosa Elvira, Dora Liliana, Yuliana y muchas mujeres más entre niñas jóvenes y adultas, horas y minutos antes de morir. Déjame en paz quise gritar un día cuando al salir del colegio un conductor me perseguía mostrándome su pene mientras se reía, déjame en paz no pude decir cuando siendo niña entre las multitudes de un sábado en el centro bogotano un hombre agresiva e intencionadamente manoseo mi vagina. Déjame en Paz fue la campaña que nos convocó el pasado 25 de noviembre en la plaza de Bolívar, allí en medio de la diversidad que nos hace ser mujeres pudimos ser UNA y sentamos un precedente de denuncia y resistencia desde nuestros cuerpos que son arte, música, baile, teatro.
Pasado 12 días desde esta movilización y unión humana sobretodo femenina no puedo sacar a Yuliana de mí cabeza y de mi ser entristecido que lo recorren escalofríos y nudos en la garganta cada vez que se oyen retazos a modo de titulares de última hora de lo que le sucedió a Yuliana un día de domingo.
Hoy un nuevo caso de violencia contra la mujer -por fortuna no fatal- retumba en mis entrañas. Compañero de clase, admirado académico y colega agrede a su pareja por cuarta vez dejando marcas indelebles en su rostro y en su alma. No importa si el hombre es abogado, sociólogo, albañil, padre de familia, conductor. El macro y micro machismo se toman cada vez más mentes y cuerpos. La sociedad, las instituciones y nosotras las mujeres somos cómplices de este gran monstro que anda libre por las casas, las calles, la academia.
Por Yuliana, Rosa Elvira, Dora, María Paula por las mujeres víctimas del conflicto armado, familiar, social y cultural, es necesario decir: Déjennos en paz una vez más. No más complicidad, dejen nuestros cuerpos libres de miedo devuélvanle la justa alegría a nuestro SER MUJER.
