Tess Christian, una mujer británica de 50 años dejó de reír, o inclusive sonreír, hace 40 cuando estaba empezando la adolescencia y no precisamente porque su vida haya sido en extremo triste o haya carecido de razones para hacerlo; lo hizo única y exclusivamente para llegar a la vejez sin arruga alguna en su rostro. “No tengo arrugas porque aprendí a controlar mis músculos faciales. Todos me preguntan que si tengo botox pero es porque nunca he reído o sonreído desde que era una adolescente. El no tener una arruga en mi cara es fruto de mi dedicación”.
Cuenta la mujer que no ha sido fácil pues la tentación de sonreír era diaria. Contrario a lo que se podría pensar, Tess se casó, tuvo una hija y en ambas ocasiones mantuvo la misma cara. Sin embargo, el matrimonio llegó a su fin tras ocho años. “El día que me casé el fotógrafo insistió en que sonriera para las fotos pero no lo hice porque en ese momento ya sentía que si sonreía la de la foto no era yo. Igual cuando nació mi hija que estuve muy feliz pero tampoco sentí que fuera necesario reír para celebrar, en ese momento ya se había vuelto parte de mi personalidad”.
En la intimidad de su casa ha aprendido a sostener su rostro inmóvil ante programas de televisión y a pesar de la experiencia, aún sigue siendo una tarea para nada fácil pero nunca flaquea a la hora de cumplirla, todo ello por la ambición de la eterna juventud. Quienes la conocen le apodan Mona Lisa en alusión al famoso cuadro de Da Vinci y ante todo, deben tener claro que el hecho de que no esboce viso alguno de alegría en su rostro no significa que no disfrute de la compañía ni del momento. “Claro que soy vanidosa y me quiero ver joven. Mi estrategia es más natural que el botox y más efectiva que cualquier crema”.
Por su parte, los expertos consideran que la risa es crucial para la salud mental pues aunque no se esté feliz el cerebro recoge la señal que manda el músculo y la lee. Por esa razón es que hay psiquiatras que mandan a los pacientes a sonreír frente al espejo para tratar la depresión. La psicóloga londinense Amanda Hills considera que no sonreír tiene el efecto contrario pues un rostro inmóvil no permite al cerebro leer la señal de que se es feliz, lo cual aumenta el riesgo de padecer depresión, así sea una persona feliz en primera instancia.
Fuente: dailymail.co.uk