Dos de los tres libros editados por Seguros Bolívar para estimular el entendimiento del arte contemporáneo, dos están dedicados a mujeres que se dedican al difícil arte de Performance: María José Arjona y María Teresa Hincapié quien hoy nos interesa como pionera en Colombia.
Este arte para María Teresa Hincapié su centro en una actriz sin repertorio pero con intenciones propias. Influenciada por las ideas del dramaturgo Jarzy Grotowski busca un rol donde su representación corporal y sus argumentos tengan de trasfondo el arte de y la sociedad mientras ella realiza una representación muda, limpia, extenuante y alejada de la espectacularidad.
Hincapié nació en Armenia en 1954 y murió en Bogotá en el 2008. El libro tiene por título Hacia lo Sagrado y hace parte de un proyecto que comenzó en 1995 cuando la artista caminó desde Bogotá hasta San Agustín. Ese recorrido duró veintiún días, “durante los cuales hizo confluir sus acciones de supervivencia con el carácter simbólico y ritual del pensamiento mítico, y a partir de ese momento se convirtió en núcleo fundamental de su poética.” Lo sagrado ecológico y lo sagrado humano.
Como propuesta para su trabajo la artista anotó: “Creo que la vida es el arte y mi cuerpo es el arte vivo. Mi cuerpo es aquel que tiene que moverse, que está sintiendo, que está rompiendo, que está cansado, que está agotado.”
Sobre el camino hacia lo sagrado la artista anota que es una manera de pensar “que está muy ligado a lo sagrado porque tiene que ver con un pensamiento integral, con la búsqueda de la unidad; por el contrario, lo profano nos fragmenta. Entiendo por sagrado entonces, todo objetivo que consista en establecer una armonía, un equilibrio, entre lo interior y lo exterior, entre lo individual y lo colectivo, entre el microcosmos y el macrocosmos, entre el hombre y el universo.” Lo sagrado es un todo humano.
Una cosa es una cosa
En su trabajo Una cosa es una cosa y Punto de fuga se dedicó en representar el entorno femenino, evidenciar en un espacio cualquiera, movimientos del cuerpo meticulosamente calculados en un tiempo determinado en el que ubica en el suelo, ropa utensilios de cocina, platos tazas, pintalabios, bolsas… durante las ocho horas de un horario de trabajo y durante largos tres días. Lo cotidiano femenino es el comienzo y el final de un lenguaje donde importa un ritmo pausado y rutina de la precisión que intenta, en su capacidad de ritual, darle valor simbólico a la apariencia de las cosas con las que trabaja y expone y organiza en forma de espiral. Lo que explica también una geometría interior.
En la obra Vitrina escribe palabras con un lápiz labial rojo sobre un vidrio. También plancha, barre unifica el mundo del hogar mientras se expone al tránsito urbano de la calle. El trabajo doméstico se une a otra realidad de una escritura donde rompe con los arquetipos femeninos.
