Aunque este título tiene mucho de feminismo, no me considero partidaria de este pensamiento. Crecí en una familia que ama el fútbol: mi papá, mis abuelos, tíos y primos. Todo esto me contagió también de la fiebre. Fui al estadio unas cuantas veces y también gritaba como niña pequeña frente al televisor. Sin embargo, mi verdadera fiebre llegaría en el 2013 cuando vi al FC Bayern München ganarle al Barcelona, y ganar también la Champions. Empecé a brindarle un apoyo moderado hasta el día de hoy que no me pierdo un solo partido. No obstante, todo esto desencadenaría en acciones ofensivas por parte de algún grupo de hombres hacia mí.
La mitad de mis familiares son hinchas del Real Madrid, creen saber más que yo y se burlan de mí si pierdo. Aunque en esta ocasión no fue así, su simple presencia me causaba incomodidad y me deprimía, pero este es el menor de los casos. En una ocasión quise ir a ver un partido a una Hamburguesería, este coincidía con un partido del Barcelona. Sin embargo, seguí, hice mi compra y le pedí a un mesero que pusiera mi partido. Fueron llegando hinchas del Barcelona y se apoderaron del televisor. Lo entendí así que me dirigí al primer piso, donde hay menos gente para estar tranquila. No fue suficiente para estos señores tener dos pisos de su partido y uno empezó a discutirme. Me dijo que mi partido no era interesante, que ellos tenían más derecho a ver su partido, que me buscara otro "chuzo" y que les respetara el espacio. Alegué haber pagado por un servicio, le dije al chico que yo también tenía derecho a ver mi partido. No le importó y me tuve que perder todo el primer tiempo en mi viaje a casa.
En otra ocasión (partido también de Champions), un hombre decía comentarios sobre "lo bien que juega el Barcelona" y miraba mis reacciones, solamente a mí, como esperando que me levantara a golpearlo y ofenderle, pero nada de eso pasó, claro. Solo llegué con mal genio a mi casa con un resultado de 3-0 y un desagradable tipo que me quería provocar.
Hoy en un periódico en línea salió la noticia de la derrota del equipo al que amo, una chica comentó sobre el pésimo arbitraje, y cuando las mujeres hacemos esto hay dos opciones: que quienes piensan lo contrario te digan que no sabes nada de fútbol, y que quienes apoyan tu opinión salgan con comentarios como "cásate conmigo", tranquilos, un simple "buen comentario" nos basta. Cuando vamos por la calle vistiendo nuestras camisas, bufandas o gorras, estamos siempre sometidas a comentarios ofensivos o piropos vulgares.
Ser una mujer que ama ver fútbol, que llora su camisa, que grita en los partidos e insulta a los jugadores, aún es difícil. Ahora veo todos mis partidos en casa para evitar el estrés, los comentarios molestos y la gente burlándose de tu sufrimiento. Por comportamientos como este, hombres son asesinados por llevar una camiseta y las mujeres nos tenemos que esconder.