La vicepresidenta argentina Cristina Fernández fue la encargada de informar sobre la muerte de Bonafini, quien se encontraba ingresada desde el 10 de octubre en el Hospital Italiano de La Plata, para chequeos de “afecciones crónicas no transmisibles”, de acuerdo con la información que suministró la institución.
Bonafini recibió autorización de sus médicos el pasado 10 de noviembre para participar en la tradicional ronda de los jueves de las Madres de la Plaza de Mayo frente al Palacio de la Moneda.
El gobierno argentino decretó tres días de duelo tras el fallecimiento de Bonafini, cuya lucha permitió establecer la identidad de más de 100 bebés arrebatados a jóvenes madres, víctimas de encarcelamiento, desaparición forzada y ejecuciones extrajudiciales durante los siete años de la dictadura argentina.
Una lucha que trascendió el objetivo inicial
Dos de los hijos de Bonafini se encuentran entre los desaparecidos de ese período. Su destino nunca fue aclarado, como el de muchos de los 30.000 militantes de izquierda, académicos y disidentes que se esfumaron sin dejar rastro durante la dictadura, y cuyas progenitoras se unieron en la organización Madres de la Plaza de Mayo.
Ataviadas con pañoletas blancas, intentaban llamar la atención sobre las violaciones de derechos humanos que cometía la dictadura.
Tras el fin de ese régimen, Bonafini se comprometió activamente con los esfuerzos para establecer responsabilidades y llevar ante la justicia a los perpetradores de crímenes de lesa humanidad.
Luego se vinculó también a diversos movimientos de promoción de la justicia social y se acercó a dirigentes de la izquierda mundial como el fallecido ex presidente de Venezuela Hugo Chávez, los ex mandatarios de Bolivia Evo Morales y de Ecuador, Evo Morales, y la propia Fernández.
Del reconocimiento a la polémica
Esas relaciones la convirtieron en un ícono de los movimientos progresistas, pero también en un personaje polémico, por sus expresiones de elogio a figuras controversiales como el Che Guevara o Fidel Castro, o su celebración por los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.
“Yo sentí que había muchos pueblos en ese momento que eran felices y sentí que la sangre de tantos en ese momento era vengada”, dijo en aquella oportunidad.
En 2011, su imagen fue empañada por un escándalo de corrupción, cuando se le acusó de desviar 13 millones de dólares que recibió para la construcción de viviendas de interés social.
La asociación fundada por Bonafini informó en un comunicado que, de acuerdo con los deseos de la activista, sus cenizas serán depositadas en el escenario de todas sus luchas: la Plaza de Mayo.