Comparto la opinión que al Gobierno le faltó mucha divulgación y pedagogía sobre el tema de la venta de Isagén. Y eso facilitó la muy bien montada y arrolladora campaña en contra, lo que ha dejado indiscutibles daños a otras causas grandes como la paz. Ahora considero una obligación de quienes hemos estado de alguna manera involucrados en el desarrollo pasado y o en la reestructuración del sector eléctrico colombiano, explicarle a la opinión pública cómo son en realidad las cosas, para disipar tantos temores o razones imaginarias que se han utilizado para criticar y descalificar el hecho de la Venta. Sin meterme en el tema del proponente único ni en lo relacionado con las calidades del comprador, cuya transparencia e idoneidad supongo bien examinada, es lo que intento en estas líneas.
Hay algunas críticas que obedecen claramente a posiciones ideológicas, relacionadas siempre con la propiedad estatal de las empresas de algunos sectores, muy respetables y atractivas conceptualmente pero poco prácticas en la vida real y que nos han llevado a muchos, después de trasegar con gran cantidad de ellas, estatales totalmente unas y mixtas otras, al convencimiento de que tanta belleza se convierte en dañino búmeran.
Hay otras muchas, la mayoría de las que han circulado en mil modos de comunicación, que venden ideas muy convincentes pero equivocadas por mala información en la mayoría de los casos pero también por mala intención en otros.
Se ha dicho, por ejemplo, que se vendió el agua, con ríos y embalses, justamente ahora cuando tiende a valer más. Horrible, si fuera cierto. Pero ni siquiera es posible hacerlo. Lo que se tiene y lo que se vende es el derecho a utilizar determinada cantidad de agua en un determinado sitio, para generar electricidad y para nada más. Es una concesión, por tiempo largo pero limitado. No es un derecho de propiedad del que se pueda disponer para otro uso, ni siquiera para dejar de usarla, porque se pierde. No. Totalmente equivocado.
Se ha dicho también que se vendieron los extensos bosques protectores que tiene Isagén y que en ellos hay grandes riquezas de maderas, de minerales, y de otros productos que serán ahora explotados por los dueños extranjeros. Pues nada de eso puede pasar. Los bosques son protectores, no para maderables y nadie los podrá explotar. Varias normas legales lo prohíben, y con más precisión a las empresas de servicios públicos, como es y como tiene que seguir siendo Isagén. Tampoco lo serán los minerales pues estos no son del dueño de la tierra sino de La Nación.
Han salido otras argumentaciones que parecen para engañar a incautos, que no entienden cómo es que los recursos van a llegar a financiar la construcción de las vías 4G, que porque estas van a costar 50 billones de pesos y el ingreso por la venta es de sólo el 10%. O que por ser un fondo de inversión, el nuevo dueño no va a querer invertir en nuevos desarrollos. ¿Y si es para revenderlo, tampoco lo haría el nuevo comprador? No, no tanta tontería, por favor.
Y quedan otros puntos como el de la soberanía energética y el carácter de bien estratégico que le asignan a Isagén, sobre los cuales yo, con todo comedimiento y de la manera más encarecida, solicito a quienes lo sepan, que me expliquen por qué Isagén es un bien estratégico y no lo era por ejemplo Telecom, y por qué vendiéndola se entrega soberanía.