Hace unos días dejó de fungir como jurado en el tele show Bailando con las Estrellas el señor Beto Pérez-- creador del ritmo zumba-- supuestamente por compromisos personales adquiridos con antelación. Sin embargo, no se sabe a ciencia cierta si su salida temporal o definitiva obedece a las fuertes presiones de grupos feministas a través de las redes sociales y con manifestaciones personalizadas dirigidas al canal RCN, en vehemente defensa de la dignidad femenina pisoteada.
Y es que pese a haber trascurrido muchos años de aquel bochornoso capítulo en la vida de la actriz Luly Bossa, a raíz de la publicación en medios de comunicación de un video íntimo suyo con el señor Beto Pérez, por parte de una reconocida periodista de espectáculos Graciela Torres, el tribunal inquisitorio doble moralista de este país le sigue pasando cuenta de cobro con intereses retroactivos a este señor, al punto de considerarlo persona no grata y menos aceptar verlo como figura relevante en un programa de televisión.
Actualmente en Colombia se encuba un proceso de paz que conlleva asumir, quizás para muchos a regañadientes y con la indignación a flor de piel, tragarse a ojos cerrados enormes sapos, concientizándonos que para lograr la reconciliación definitiva se necesita la voluntad de perdonar y olvidar de corazón, cerrando heridas, apagando rencores, pero con la firme esperanza de que este es un paso trascendental y necesario para que eclosione esa tan anhelada paz en una tierra manchada infamemente con la sangre de los millares de víctimas, de un lado y otro, consecuencia de un conflicto sin sentido que por fin vislumbra una luz al final del túnel. Por eso no entiendo por qué seguimos como individuos alimentando viejos resquemores, fungiendo como jueces implacables y vengativos, incapaces de perdonar y dar una segunda oportunidad .
En el caso que involucró a la señora Luly Bossa, al señor Beto Pérez y a la periodista Graciela Torres, la justicia aplicó las sanciones correspondientes ya por todos conocidas, la negra candela nunca más puede mencionar a la actriz y pagó una millonaria sanción indemnizatoria; a Luly le corresponde para bien suyo y el de sus hijos trascender definitivamente el episodio que marcó su vida y perdonar a quienes la afectaron, pues ese rencor, esa rabia, esa indignación, esa venganza insaciada, quiéralo o no, son un lastre que se hace cada vez más pesado a sus espaldas y la única perjudicada seguirá siendo ella en una postura de eterna víctima.
Ni Graciela Torres, ni Beto Pérez, ni la misma Luly Bossa deben seguir siendo señalados y juzgados por el sombrío episodio del video íntimo, cada quien cargó con sus culpas y de una u otra forma las pagaron con creces y debe servir esa pasaje en sus vidas para edificarse como mejores seres humanos.
Tiene pleno derecho el señor Beto Pérez a trabajar en RCN o cualquier otra actividad en este país, la negra candela ha seguido en sus funciones profesionales sin problema y Luly pese a que esbozó recientemente que ya RCN no la contrata, tampoco quedó relegada del medio televisivo tras el episodio en mención, así que feministas, ya lo pasado, pasado, ¡a perdonar y olvidar se dijo!