En una tarde de sábado de puente, me demoré 15 minutos en hacer un recorrido que normalmente tarda 45 minutos.
Y, en Bogotá, esa no es una situación extraña. Un amigo que vive por fuera, nos contaba que se demora una hora en llegar de su pueblo a la gran ciudad. “La mitad de lo que yo tardé hoy del centro a la 127 con 15”, le respondió otra amiga. Y sí, eso pasa.
La verdad, no sabría bien como arreglar el problema de movilidad. Pero esta semana (que la sentí más caótica de lo común) estuve pensando durante mis horas de trancón en la 7.ª y tengo un par de “observaciones”, digamos, porque seguro alguien ya las pensó y ni son problema ni son solución, son solo apuntes míos...
Empecemos por el carril único. El carril único es, creo, importante y necesario pero tiene un serio problema. No es uno, sino que son dos. ¿Por qué? Porque los buses particulares todavía van por el carril de la mitad (a veces incluso por el de la izquierda) y se adelantan por el carril central. A los particulares, entonces, les quitaron casi dos carriles y eso embotella mucho más la 7.ª. Si van a poner un carril único, debe ser un carril exclusivo también: por él van exclusivamente los buses y los buses van exclusivamente por él, casi como un tren.
Nadie debería tener derecho a parquear un camión de obra (o de esos que recogen la plata en los supermercados, o de ningún tipo) en un carril de las vías principales. Si van a cargar o descargar, bien puedan lo hacen dentro del lote. Tampoco particulares que se medio “orillan” a esperar quien sabe qué. Trancar un carril completo a hora pico es inaudito.
El camión de basura debería pasar de noche, bien, bien de noche. No a las 7 p. m., cuando todos estamos tratando de llegar a comer a casa.
El SITP es increíble, no he ido a Suecia pero siempre que lo uso me siento en Suecia. Pero por algún motivo los buses van muy vacíos, tal vez porque las rutas no le sirven a tanta gente. Los que van por la 7.ª (ya a estas alturas habrán notado que me muevo mucho por la 7.ª) no llega hasta el centro sino que arranca o termina en la 34, así que no nos sirve a quienes estudiamos/trabajamos en el centro. Pero tampoco va a hasta el norte, llegan hasta la 116, así que tampoco le sirve a toda la gente que vive en Usaquén, Cedritos, el Codito, etc. Y como son grandes, ocupan mucho espacio y, si van vacíos, a lo mejor contribuyen con el trancón. Ah, también, si van a hacer tránsito deberían hacerlo de noche. No a hora pico, no cuando los 16 m2 que ocupa son imprescindibles para los otros medios de transporte que sí están transportando a alguien.
Los huecos, dios, los huecos. Hay un hueco al frente de mi casa que causa un trancón. Y hay otros mil que pintaron de amarillo supongo para hacerlos más visibles. Y sí, a lo mejor son más visibles pero es que en Bogotá no debería haber un “primer barrio sin huecos”, así debería ser la ciudad.
Y, claro, manejamos mal y eso contribuye a que nos embotellemos y muchas veces los carriles no están pintados y ya somos demasiados y no hay vías nuevas y necesitamos un metro y un túnel gigante y calles que tengan segundo piso y, en fin. Pero mientras tanto, yo escucho mucha música en el carro o en el bus. Ahí puedo aprovechar y hacer solo eso, escuchar música, que es más bien rápido. Entonces mientras tanto, será eso, escuchar mucha, mucha música. Mientras pasa el temblor. Que digo, el trancón.
