Hace dos meses, un amigo extranjero vino a visitar la ciudad y andaba maravillado con la arquitectura colonial y los balcones floridos. Luego, lo llevé en mi carro a ver la verdadera ciudad. En nuestro recorrido, me pidió prestado el carro, pues quería manejar en la ciudad, ya que es algo que siempre trata de hacer cuando visita un sitio nuevo. Le pregunté que si estaba seguro de lo que pedía. Me contestó: ¡he manejado en Mumbai (India)! Le respondí: válido, pero acá hay otro ingrediente que no conoces. Le presté el carro y no pasaron 30 minutos cuando un mototaxista casi golpea el carro porque quería meterse por donde no cabía.
En el semáforo en rojo, el mototaxista se pone al lado nuestro y grita: "¡que! ¿quieres que te parta esa mondá?" Me perdonarán los lectores, pero es que, en este caso, los eufemismos no serían apropiados para poder explicar el trasfondo del mensaje que quiero enviar. Primero, tocó explicarle a mi amigo qué era "mondá" y el contexto de esa palabra en la situación; y, segundo, contarle brevemente quiénes somos como cultura. Su comentario final fue: "Esta es una ciudad de mentira. Es una bomba de tiempo, socialmente hablando. El problema de este país es realmente serio”.
En días pasados, el personero de Cartagena, William Matson, publicó en la cuenta de Twitter de la Personería que presentará un proyecto de ley para legalizar el mototaxismo. Insta al gobierno nacional a adoptar tal medida. Sus argumentos son: (a) impactaría en la seguridad, movilidad y generación de empleos, (b) podría establecerse un cupo para mototaxis dependiendo de las necesidades de la ciudad y determinar las rutas, límites de velocidad, tipos de vehículos y requisitos para los conductores, (c) permitiría a la policía ejercer la vigilancia y (d) se convertiría en una fuente de empleo para miles de personas, dado a que el aparato productivo de la ciudad no podría absorber las casi 40.000 personas que se dedican hoy al mototaxismo. Remata diciendo que “el mayor proyecto industrial que ha desarrollado la ciudad, como fue la ampliación de la refinería, generó, de manera temporal, unos 3.000 empleos”.
De acuerdo a lo que he indagado, el mototaxismo tiene un poco más de diez años de existir en la ciudad. Su proliferación se debe a una combinación de factores: (a) servicio de transporte masivo deficiente y desorganizado; (b) desempleo en la ciudad; (c) un ente de control (el DATT) que no ejerce sus funciones y está plagado de corrupción; (d) los que siempre pescan en río revuelto en estos escenarios donde la anarquía impera y ven oportunidad de hacer dinero (compra y/o venta de motos) o conseguir favores; (e) connivencia de todas las administraciones (pasadas y presente) y demás entes gubernamentales encargados de velar por el bienestar de los ciudadanos, pero que prefieren ya sea hacerse los de la vista gorda porque no les interesa, hacer dinero u obtener favores políticos en las votaciones (como apuntaba en el ítem d); (f) falta de liderazgo y visión de qué se quiere como ciudad y (g) falta de educación.
Prefiero pensar que el señor Matson actúa de buena fe y quiere ofrecer una solución. Sin embargo, sus argumentos son fácilmente refutables y no aportan una solución real al problema de fondo que hay en la ciudad. Vamos por partes:
Seguridad, movilidad y generación de empleos. Solo basta salir los días de “no motos” y/o preguntarles a los residentes de los barrios donde se implantó la prohibición del parrillero para darse cuenta cómo impactaría a la movilidad, la seguridad y, adiciono, a la accidentalidad de la ciudad. Respecto a la generación de empleos usando el argumento de la refinería para cuantificar el impacto de la legalización, señor Matson, puedo mencionarle un par de actividades ilegales que generarían más empleo y serían más lucrativas que el mototaxismo y no por eso sería buena idea legalizarlas.
Cupo para mototaxis, límites de velocidad y requisitos de conductores. No sé si el señor Matson está enterado de la mafia que se genera alrededor de los cupos de los taxis. Referente a las normas de tránsito, para nadie es un secreto que muy pocos las respetan y que la imprudencia es un mal generalizado que afecta la movilidad. Como me decía una amiga: “aquí no se sabe quiénes son más imprudentes, si los perros, los gatos, los transeúntes, las carretas/carretillas, los (conductores de) carros, buses, camiones y busetas que son incapaces de mantenerse en un solo carril sin invadir el otro, de respetar las señales de tránsito o de estacionar debidamente donde no obstaculicen. Pero, sin duda, el premio se lo llevan los conductores de motos, en especial los mototaxistas. Son unos guaches”. Esto no se soluciona con la legalización. Se necesita educación y hacer cumplir las normas.
Facilitaría la labor de vigilancia de la policía. Este aspecto tienes varias aristas, incluso bajo el contexto de la legalización: (a) la corrupción de algunos miembros de la institución, lo que entorpece cualquier intento de control y (b) la ilegalidad es un mal del país en general. La policía de la ciudad ha reportado casos, entre otros, de placas de motos falsas. Esto no se soluciona con la legalización.
Si estas variables no son suficientes, señor personero, le adelanto un dato: en un estudio que está por salir en unas semanas, un grupo de investigadores de la Universidad Tecnológica de Bolívar cuantificó y evaluó el impacto de las emisiones atmosféricas (contaminantes criterio y gases de efecto invernadero) provenientes de las motocicletas en la transversal 54 (vía El Bosque), mediante ciclos de conducción. Los resultados indican que las motos emiten mayoritariamente monóxido de carbono (CO) y dióxido de carbono (CO2), el primero de ellos es un contaminante regulado por las autoridades ambientales, porque está demostrado que cuando excede la norma de calidad del aire puede perjudicar la salud y el bienestar humano (contaminante criterio), mientras el CO2 es un gas de efecto invernado y, por tanto, uno de los responsables del cambio climático.
De acuerdo con el DATT, en Cartagena, para el 2015, se encontraban matriculadas 60.327 motos, correspondientes al 57% del parque automotor de la ciudad. Esto implica que, aproximadamente, las motos en Cartagena emiten a la atmósfera 45,2 kilotoneladas de CO2eq y 9,3 kilotoneladas de CO anualmente. Para tener una idea de la magnitud de esta cifra, las motocicletas emiten el 6% de las emisiones anuales de CO2eq de la Refinería de Cartagena y 71 veces más CO que los vehículos de transporte público (buses y busetas) de la ciudad. Esta diferencia se debe, principalmente, al número de motocicletas que se encuentran transitando en Cartagena. Estos resultados están en línea con lo encontrado por Discovery News y corroborado por Kent Johnson de la Universidad de California (http://www.greencarreports.com/news/1067907_motorcycles-are-more-polluting-than-cars-new-device-shows).
Frente esto, se hace necesario entonces el control y regularización de estas. A esto se suma: (a) la contaminación auditiva proveniente de los pitos de las motos (http://observatorio.epacartagena.gov.co/gestion-ambiental/seguimiento-y-monitoreo/lineamientos-para-la-red-de-monitoreo-del-ruido/identificacion-y-descripcion-de-los-niveles-de-ruido-en-el-distrito/) y (b) los hallazgos de Daniel Toro y colaboradores respecto al problema de salud pública (y otros problemas) que posa el mototaxismo (http://www.unitecnologica.edu.co/newsletter/Conectate/imagen-mailing/doc-orientador.pdf).
Se esperó más de diez años y se realizó una inversión inicial de más de 400 mil millones de pesos (http://www.elespectador.com/noticias/nacional/bolivar/transcaribe-rueda-medio-de-presuntas-irregularidades-articulo-603297) para tener un sistema de transporte masivo que esté a la altura de una ciudad turística que se vanagloria de ser la ciudad más linda del país. A todas luces, legalizar el mototaxismo en toda la ciudad sería retroceder. Hay que ampliar la cobertura de Transcaribe y analizar la viabilidad de otros sistemas que ayudarían a mejorar la movilidad (por ej., acuático y no motorizados). A propósito, la Fundación Planeta Azul Caribe ha propuesto un proyecto piloto que busca recuperar los cuerpos de agua de Cartagena, para la utilización sostenible de sus recursos a través de la creación de microempresas, proyectos ambientales, sociales y pedagógicos (http://planetaazulcaribe.org/portfolio/navegando-por-cartagena/). Valdría la pena invertir en y explorar este tipo de propuestas.
El gobierno debe velar por garantizar empleo a sus ciudadanos como derecho fundamental, pero no a expensas del detrimento de la calidad de vida de toda una ciudad por el simple hecho de haber recibido favores políticos el día de la votación o de la incapacidad de los entes gubernamentales de plantear e invertir en soluciones reales. No se espera de ustedes (políticos) que lo sepan todo, pero, al menos, asegúrense de rodearse de gente experta en ciertos temas que los asesoren bien.
