Moro versus Maquiavelo, la batalla final

Moro versus Maquiavelo, la batalla final

"Ahora son muchos más los que reclaman no solo el derecho a soñar sino también el legítimo derecho de hacer estos sueños realidad"

Por: omar orlando tovar troches
abril 06, 2020
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Moro versus Maquiavelo, la batalla final

El tránsito entre las aspiraciones y los sueños de la humanidad y su total realización ha estado sembrado de infinidad de obstáculos que van desde los meramente teóricos, las supersticiones inherentes al desconocimiento de los fenómenos naturales, hasta la conveniencia o no, de éste camino para las castas en el mando. Es en la obtención y ejercicio del poder, en todas sus manifestaciones, en donde curiosamente ha residido el núcleo de esta búsqueda.

Los detentores del poder, de una forma u otra, han recurrido a todos los métodos posibles para conciliar lo deseado con lo obtenido. Desafortunadamente, para las personas lejanas a estas élites, lo deseado y lo obtenido termina siendo impuesto por los poderosos, a través de los medios masivos de comunicación reales y virtuales de bolsillo, en un ejercicio en el que las personas solo cumplen el papel de herramientas.

A pesar de que todos los estudios antropológicos, arqueológicos y sociológicos siempre lo han demostrado, solo hasta ahora se reconoce como evidente, la conexión entre la economía (modos de producción, consumo, intercambios, etc.) con los principio éticos de cada sociedad. Es precisamente en este terreno, el económico, en donde se han librado y se libran las batallas entre los valores y los Intereses, siendo los primeros, si se me permite la simplificación excesiva, relativos a las convenciones que representan “lo que debería ser” y los segundos quedan próximos a “lo que se puede ser”. Aunque la línea que los separa se ha vuelto en extremo tenue, gracias a las conveniencias de quienes así lo requieran, la disputa por resaltarla, sirve para graficar de alguna forma la idea central de estas líneas.

Desde el punto de vista filosófico, se pueden distinguir dos orillas que representan cada una de ellas; los contendores propuestos en este enfrentamiento ético-económico y político: el idealismo y el realismo (presento excusas por seguir simplificando). La imposición del modelo capitalista desde hace muchos años, su desarrollo, sus crisis y sus reacomodos, nos demuestra en forma contundente; la manera en que el realismo o la practicidad en extremo, moldea imperceptiblemente nuestra sociedad, incluyendo sus valores. A primera vista podría parecer que, la contradicción entre los sueños y la realidad se ha resuelto en forma de un paraíso consumista, en donde todos tenemos la libertad y el derecho a consumir de todo y a cualquier precio sin tener en cuenta ni para qué, ni cómo. La visión antropocéntrica del renacimiento se ha transformado en un exacerbado individualismo competitivo, que ha degenerado en un egocentrismo mundial; que viene aislando paulatinamente a la humanidad a pesar de estar globalmente conectada.

Sin embargo, el combate continúa. El aparente éxito de quienes tienen en El príncipe de Nicolás Maquiavelo su manual de cabecera y el realismo, este, según mi punto de vista, mal entendido por ellos, como su principal dogma, no ha sido tal. El invento se ha vuelto en su contra, aunque también en contra de la humanidad entera. Los valores impuestos por el capitalismo, en deformada pero exegética aplicación de lo escrito por Maquiavelo, no solo, no han satisfecho los viejos intereses de la raza humana, sino que, debido a la eficiente voracidad predatoria del sistema, estos están empezando a destruido, llevándose consigo a toda la humanidad.

Ante crisis generalizadas, como las que está atravesando el planeta, la humanidad tendrá que plantear nuevos valores, o mejor dicho, retomar viejos valores inherentes al ser humano, para intentar construir ahora sí, una utopía mundial, que tenga en cuenta los nuevos actores de la sociedad, no porque no hayan existido antes, sino porque hasta ahora se nos han hecho visibles. El reto es bien grande y aparece nuevamente la contradicción mencionada: ¿cómo conciliar los “verdaderos valores” de la humanidad con sus intereses económicos?, expresado de forma diferente: ¿cómo lograr el equilibrio entre “lo importante” y “lo urgente”?

Para nadie es un secreto que las consecuencias del actual modelo socio económico han puesto a la humanidad entera al borde de su propio colapso. La “urgencia” de sobrevivir es perversamente aprovechada y manipulada por la casta sacerdotal del  “pensamiento único”, para aplicar la mal llamada “realpolitik”, que no es otra cosa que: hacer lo que sea necesario para acceder al poder, con el aparente noble objetivo de ayudar a la gente. Obviamente se crea un círculo vicioso en el que, la gente “elige libremente y bien informada”, a uno o más de estos sacerdotes, en busca de un nuevo Mesías que les ayude a sobrellevar la terrible carga de ser miserables, olvidando o haciendo caso omiso de la verdadera naturaleza de estos representantes del poder, quienes a su vez, necesitan de la inmensa mayoría de necesitados para acceder a “este democrático poder”. La ecuación sería perfecta si se cumpliera tal como aparentemente está planteada. La “realidad verdadera” es otra, a estos “nuevos sacerdotes” se les “olvida” decirle a la gente que, ellos efectivamente van a ayudar, solo que a un reducido número de personas, generalmente a su círculo más cercano y sus patrocinadores.

Entonces, ¿cómo plantear la construcción de una nueva democracia o, mejor dicho, una verdadera democracia? Lo anterior sin caer en la tentación de los llamados “estados de emergencia, de opinión o de transición”, los cuales, en opinión de muchos expertos, no son otra cosa que intentos de reacomodo del establecimiento y sus élites reinantes. ¿Cómo acceder al poder defendiendo enfáticamente los verdaderos valores e intereses de la humanidad, transitando por los laberintos de la democracia liberal de occidente sin hacer concesiones importantes con los poderosos? En últimas, ¿cómo no dejarse arrastrar por Maquiavelo en aras de un noble fin? Y, ¿cómo seguir a Moro sin caer en un eterno estado de ensoñación?

La batalla final se acerca, ahora son muchos más los que reclaman no solo el derecho a soñar sino también el legítimo derecho de hacer estos sueños realidad. Habrá que llegar a un acuerdo local y mundial para elegir lo mejor para la humanidad, teniendo en cuenta que algunas decisiones políticas, están adelantando los cronómetros de la auto destrucción. De nada sirven las nuevas “primaveras”, ni nominarse como “indignados”, si al final de la farsa proselitista de los de siempre volvemos a caer en la trampa de la democracia electorera, eligiendo a los mismos.

Sin saber aún, las respuestas o los resultados, me atrevo a decir que no siempre es mejor “malo conocido” y que es mucho más enaltecedor leer a Benedetti, a Gabo, a Neruda que al vate Roy Barreras o el oscuro José Obdulio en su burdo intento de emular a Maquiavelo.

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