Morir con la ilusión de ver la refinería que nunca fue en Nariño

Morir con la ilusión de ver la refinería que nunca fue en Nariño

El departamento parece congelado en el tiempo. La gasolina llega desde Yumbo en carrotanques o desde la refinería de Cartagena en un viaje que toma cuatro días

Por: Inti Mesias Barrera
noviembre 04, 2022
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Morir con la ilusión de ver la refinería que nunca fue en Nariño

“Refinería o revolución” fue una de las consignas que empapó de dignidad las calles de Nariño en la década de los setenta en uno de los más importantes movimientos cívicos masivos que vivió el departamento.

La junta central Pro–Refinería y el Comité de Defensa de los Recursos Naturales, del que hicieron parte importantes líderes como Heraldo Romero y el “padre” Gallardo, levantaron consignas que buscaban la generación de riqueza, empleo y progreso en la región.

El alza de los precios de los servicios públicos, así como de los combustibles, sumado a los debates internacionales en la materia y los procesos de nacionalización de recursos que se vivía en varios países, mostraron la importancia y necesidad de tener soberanía y control sobre los recursos estratégicos, particularmente el petróleo extraído del Putumayo y transportado a buques extranjeros a través del Oleoducto Transandino (OTA) de más de 305 km.

El tubo que atraviesa el departamento de Nariño y que finaliza en Tumaco fue construido por la multinacional Texas Petroleum Company en una obra titánica de ingeniería que se inauguró en 1969 y que se volvió símbolo del saqueo de los recursos naturales en la región. [1]

El movimiento cívico creado entonces, consciente de la importancia de este recurso (el oro negro) y la necesidad de recuperar para el país la riqueza robada, promovió con fuerza y apoyo popular la creación de una refinería que permitiera transformar el crudo en combustibles y derivados, para garantizar la soberanía energética, además de la exportación bajo la batuta de la ya creada empresa de los colombianos, Ecopetrol. [2]

Este sueño modernizante y de progreso se estrelló de frente con el Gobierno nacional en cabeza de Alfonso López Michelsen y una clase dirigente nariñense sin ninguna aspiración, que prefirió hundir el proyecto de la refinería haciendo eco de las voces extranjeras que reiteraban el discurso de “traer de afuera lo que se podía producir en el territorio”.

Han transcurrido más de 50 años y Nariño parece congelada en el tiempo. La gasolina llega desde Yumbo en carrotanques o desde la refinería de Cartagena en un viaje que toma cuatro días.

Clases dirigentes que solo piensan en su interés particular han controlado el negocio de distribución del combustible y con complicidad de mandatarios municipales han logrado mantener a Nariño como uno de los departamentos más desiguales y pobres del país, donde la mitad de la población no alcanza a cubrir sus necesidades. [3]

Preocupa que se mantenga la misma senda de atraso y miseria padecida,  y que se plantee por parte de la ministra de Minas y Energía actual detener la exploración y explotación petrolera y de gas argumentando que se suplirán las necesidades  para el funcionamiento de mercancías, fábricas y hogares con combustibles extranjeros.

Estamos hablando de afectar los insumos para transportar bienes, mover la poca industria regional e incluso para la preparación de nuestros alimentos (la pieza de museo que es el cilindro de gas y con el que aún cocinamos, utiliza un derivado de petróleo).

Claro que hay que actuar frente a la crisis ambiental mundial, pero con una mirada científica que entienda el rol de Colombia y su responsabilidad. En tiempos de crisis energética mundial como la que vivimos, la oportunidad que tiene el país para fortalecer su empresa mayoritariamente pública (Ecopetrol) y caminar una transición energética responsable es enorme.

Se trata de entender que el problema ambiental en Colombia se asocia con la pobreza que tiene al 20% de los hogares cocinando aún con leña. Atender la crisis ambiental es hacer frente a la deforestación y fortalecer la capacidad del país de manera soberana en la producción de hidrocarburos y gas, fuente de empleo y valor agregado si se hace con un criterio de desarrollo nacional.

Urge que las nuevas y viejas generaciones que sí sienten como suyo el Departamento promuevan nuevamente una mirada de progreso regional como la que se levantó en el movimiento cívico de los setenta.

Que enfrentemos esas ideas “extranjeras” que bajo un discurso ambiental equivocado buscan mantener el Departamento y el País en el atraso y la dependencia a los recursos foráneos, dejando sin oportunidad a miles de paisanos y compatriotas que se ven obligados a abandonar el territorio para tratar de construir un proyecto de vida digno.

[1] Men Mountains and Mud (Hombres Montañas y Barro) https://youtu.be/oqahvd7rzug

[2] https://sired.udenar.edu.co/370/1/LibroGenteEntintada.pdf

[3] https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/condiciones_vida/pobreza/2021/Presentacion-pobreza-monetaria_2021.pdf

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