Morelli, la confianza en fuga
Opinión

Morelli, la confianza en fuga

Por:
septiembre 14, 2014
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No es mi intención analizar la fuga de la excontralora. No me corresponde entrar en las angustias y temores que la llevaron a tomar la decisión de huir del país y de la justicia en Colombia. Es mi intención tomar este hecho como base para adentrarnos en un aspecto, para mí esencial, del ser humano: la confianza.

¿Por qué acepta uno un cargo público cuando no tiene confianza en las instituciones del país? O sea, no tiene confianza en que las instituciones estén por encima de un solo funcionario, aquel que supuestamente le ha hecho un montaje judicial. Tampoco tiene confianza en que sus actos y sus capacidades van a lograr demostrar su inocencia. Y lo peor, no hay confianza en la institución que cuida los niños de Colombia. Con la fuga se derrumba la confianza por completo. Hasta aquí sobre Morelli, el “gancho” que me trae a este tema.

La confianza se ha perdido desde hace años cuando evadimos impuestos con el argumento de —se los van a robar—. No tenemos confianza al permitir que personal de “seguridad” revise los maletines, bolsos a la entrada o salida de un edificio. Tampoco brilla la confianza cuando a un empleado le dan la carta de despido a las cinco de la tarde, para ese mismo día, y de ahí hasta su salida del edificio le ponen un guarda como “perro faldero”. La confianza se va en las relaciones de pareja cuando alguno comienza a revisar los mensajes en computador y celular, robando la intimidad del otro. Claro que hay hechos que demuestran el robo, pero por unos pocos que lo hacen metemos en el mismo saco a todos los ciudadanos y eso es el colmo de la falta de confianza.

Por otro lado, cuando damos confianza la gratitud que llega en retorno es enorme. Con alguna frecuencia he tenido la oportunidad de dejar trabajadores recién conocidos dentro de mi vivienda, sin que quede nadie de la casa. La sonrisa, las gracias no se hacen esperar y eso es para mi la mejor recompensa.

Estas columnas se han ido convirtiendo en invitaciones a rescatar valores que hemos dejado de lado debido a miedos, reales sí, pero quizá sobreestimados. “No dar papaya” es práctica adecuada, pero desconfiar primero, segundo y tercero, ya es demasiado. Invito entonces a recuperar y realizar actos de confianza como podrían ser: Mirar a los ojos a la persona con quien conversamos. Estrechar la mano con firmeza. Dar palabras de aliento. Recuperar una postura erguida. Caminar con paso firme. Utilizar la intuición. Sonreír, sonreír. ¿Qué tienen que ver estos actos con la confianza? Que demuestran seguridad en sí mismo, requisito indispensable para confiar en el otro.

 

 

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