“Que se sepa y que el mundo lo sepa” fue una de las frases que empleó el abogado Sergio Roldán, coordinador del Área de Reparación y Atención a Víctimas de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación de Colombia, durante su intervención en el panel del lenguaje del arte, en la más reciente sesión de la Cátedra de la Paz.
El jurista, que destacó el papel de los monumentos en los procesos de reparación simbólica en el marco del conflicto armado y la justicia transicional, se refería a una experiencia que tuvo en una visita al corregimiento de la Gabarra, en Norte de Santander, en donde él y otros miembros de la Comisión indagaron entre la población campesina por sus preferencias de reparación, a lo cual casi todos los participantes, especialmente las mujeres, respondieron diciendo: “que se sepa y que el mundo lo sepa”.
Así lo narró Roldán, quien además mencionó que “todo lo que se haga en el marco de la justicia transicional tiene un axioma, tiene el valor de conducir a la reconciliación”, pero que para que se den los resultados que se esperan debe existir cooperación y una clara significación de las iniciativas impulsadas.
“Trabajar un monumento y trabajar la reparación simbólica es algo muy complicado, necesariamente tiene que ser un proceso de participación, porque no es posible que instalemos en una plaza un monumento en donde ninguno sepa cuál es su significado”, señaló el abogado.
A su turno, la abogada, restauradora de patrimonio cultural inmueble y doctora en Sociología Yolanda Sierra manifestó que “la memoria es un derecho” y que este postulado tiene una relación directa con el uso de las obras de arte, cuyo fin primordial es garantizar ese derecho. “A veces utilizamos otros elementos de la reparación simbólica y los jueces pueden ordenar desde un monumento estático que lo piden las víctimas, y es muy importante para las víctimas, o un monumento artístico más dinámico como el monumento del Museo de la Memoria o incluso una obra mucho más abierta”, destacó.
Así mismo, Sierra llamó la atención sobre el caso de Mampuján y los Héroes de los Montes de María con la intención de indicar que, como parte del proceso de reparación simbólica a las víctimas de esa población, un juez ordenó la construcción de un monumento en el marco del primer proceso de Justicia y Paz en el país. Y agregó: “Pero también, la juez ordenó la creación de un Museo de la Memoria, más concretamente un museo de tejedoras, Las Tejedoras de Mampuján”.
En su lugar, la doctora en Derecho Constitucional María Luisa Rodríguez Peñaranda, profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional, argumentó que en Colombia no existe claridad en los conceptos que determinan la reparación integral, ya que, según explicó, de ella se derivan otras categorías como la reparación material, económica y moral, así como medidas de satisfacción y garantías de no repetición. Al respecto señaló: “Hay confusión. La dificultad se encuentra en que ni siquiera hay un concepto claro sobre eso, es decir, yo me he puesto en la tarea de revisar exactamente cuál es el contenido de cada uno de estos conceptos y encontramos grandísimas dificultades para llevarlos a cabo”.
“La reparación simbólica está metida en unos lineamientos muy específicos: un proceso judicial en el que ha habido un debido proceso, en el que ha habido defensa y hay una condena y la condena supone eso, es lo que vamos a hacer, que pueden ser medidas de satisfacción, creación de monumentos, placas y las disculpas públicas”, aseguró Rodríguez al referirse a que la reparación simbólica necesariamente alude al desarrollo de un proceso judicial en el que se proclaman condenas y el Estado tiene su parte de compromiso con el proceso de reparación.
Por su parte, el geógrafo, museólogo y docente Edmon Castell, miembro del Centro de Pensamiento de las Artes y el Patrimonio Cultural para el Acuerdo Social de la Universidad Nacional de Colombia, relató una experiencia cercana relacionada con la Guerra Civil Española para explicar la complejidad de la activación de los legados patrimoniales. Al referirse a su presentación explicó: “Habla de una experiencia que supone perder un mundo y es algo que se nos olvida cuando trabajamos con memoria y patrimonio cultural. Hablamos de un mundo que es tan frágil como en el que vivimos”.
Y agregó: “Yo creo que la relación decimonónica o clásica del monumento tiene que ser revaluada, está siendo revaluada, o sea el monumento entendido como ese elemento que está enclavado en el espacio que tiene un valor simbólico, memorable para una comunidad para su dignidad. Esa es una intención que es válida, pero a mi modo de ver no explica el proceso de activación de ese patrimonio cultural, de ese monumento”.
El diálogo -que fue moderado por el profesor William López, del Centro de Pensamiento de las Artes y el Patrimonio Cultural para el Acuerdo Social- fue una experiencia cognitiva y contextual enriquecedora en la que los estudiantes e invitados de la Cátedra de la Paz tuvieron la oportunidad de escuchar diferentes versiones acerca de la monumentalización de los espacios y el derecho a la memoria de las víctimas en Colombia.
