Tal cual se había planeado, este agosto y con prolongación hasta noviembre, se cumplió la orden de la Corporación Autónoma de Cundinamarca (CAR) de echar abajo El Bambú, una mansión de 3000 m² , cumpliendo con una orden que estaba desde dada desde el 2016. Es la primera de las mansiones construidas en zona protegida de los cerros orientales de Bogotá que deberán ser demolidas.
En la lista sigue Monterodro la mansión construida en el 2014 por el constructor Fernando Soler, accionista de Inversiones Team Sol S.A.S, empresa dedicada a la construcción de edificios y quien también se desempeña como rector de la Escuela Colombiana de Carreras Intermedias (ECCI).
En el 2014 los habitantes del barrio Rosales registraron los movimientos de tierra en reserva ambiental, en el sector de Bagazal en los cerros orientales, declarado zona de protección desde 1967. Los vecinos de Rosales advirtieron en la Secretaría Distrital de Hábitat y en la CAR. Constataron que cerca de 3000 m² de vegetación había sido destruidos y el terreno aplanado para levantar una gran construcción.
El daño ecológico de esta mansión de 6929,41 m² es crucial no solo por los árboles talados para armar el lote y la nivelación del suelo que cambió las condiciones naturales sino porque la construcción afectó la quebrada Los Rosales. A pesar de las advertencias que le hizo la CAR en el 2015, ordenándole parar la construcción.
Soler continuó la obra. Desde ese momento comenzó su larga pelea para evitar su demolición, así como la de otras casas en el sector de Bagazal. Hace ya un año, en diciembre del 2018 Monterodro parecía tener los días contados. No solo debería pagar una multa $ 500 millones y pagar los $ 1 millones de la demolición sino que tenía que iniciar hacer la complicada labor de reconstruir con resiembras y reparación ecológica de un predio de casi 3000 m² , una tarea que la naturaleza tomaría más de 25 años.
Pero Soler no se ha dado por aludido e incluso este año los vecinos han visto entrar camiones con materiales para realizar reformas en la casa. De planes de demolición, nada. No parece estar dispuesto a ver caer los amplios salones protegidos por enormes vidrieras para asegurar la visual sobre Bogotá desde todos los ángulos; ni los 16 cuartos amplios como salas de apartamentos, una piscina climatizada y hasta canchas de tenis, de microfútbol y pequeños chalets para los empleados domésticos.
Pero la CAR, la autoridad ambiental de Cundinamarca, no tiene otro camino con Monterodro que seguir el mismo adoptado en el caso de El Bambú, propiedad de la Comercializadora Káiser, que llegó a feliz término este miércoles 19 de octubre.
Ante el incumplimiento de la orden, la entidad debe apropiar una reserva presupuestal para asegurar el proceso de demolición que pasa por una licitación para ver qué empresa contratar para el trabajo que más tarde que temprano se materializará para poder iniciar cuanto antes la recuperación del daño ambiental pero también como precedente judicial por haberse tratado de una construcción ilegal.
Las medidas drásticas contra estas construcciones ilegales en los cerros de Bogotá se iniciaron en la alcaldía de Lucho Garzón, ya hace 13 años, cuando se identificaron 21 predios que estaban invadiendo la zona de reserva forestal, pero se trata de procesos lentos frente a los que los propietarios interponen todo tipo de recursos legales. Por esto la demolición de El Bambú tiene un importante valor simbólico.
