Queridos lectores: Faltan nueve días para el Foro Mundial de la Bicicleta, y siento que es hora de cambiar nuestra estrategia. Espero que disculpen mi honestidad, pero nos urge recibir sus comentarios, para definir nuestro norte.
Evaluemos nuestra estrategia, hasta ahora:
- Cuando supimos que los mechudos seudoambientalistas se trajeron este “forito” para Colombia, nos burlamos de ellos. Organizamos un convite virtual con mis amigos encorbatados. Tomamos whisky, tocamos el tema, y atacamos en simultánea a los greñudos, con feroces tuits que nosotros mismo retuitiamos desde cuentas fantasmas. ¡Estremecimos las débiles bases de ese movimiento ciudadano!
- Cuando supimos que la organización del ridículo evento solo aceptaba voluntarios, y que a nadie se le pagaría por tan arduo trabajo, nos reventamos a carcajadas. ¿Pretendían estos ilusos que los destructivos colectivos urbanos los apoyaran? Y sobre todo, ¿a cambio de cero pesos? Aprovechamos esta situación para enviar a algunos de nuestros aliados a infiltrarse en la organización. Les pedimos que lo desbarataran desde adentro, que armaran una especie de coup d’etat urbano-ciclista.
- A buena hora nos enteramos que el combito de ciclistas ilusos no conseguía dinero. Regamos el chisme en cuanta junta directiva encontramos; explicamos lo peligrosos que son, describimos su estrategia para colapsar nuestra economía nacional, frenando la venta de gasolina y plástico. ¡Cantamos victoria!
- Como el evento es ciudadano, y no acepta que ningún gobierno se declare dueño de él, proyectamos una fantástica oportunidad para darles un golpe de gracia. Hicimos lobby ante altos funcionarios públicos, ante honorables concejales, les pedimos que no apoyaran, que no asistieran a sus eventos, y a cambio les ofrecimos auto-entrevistas en las emisoras tropicales locales. ¡Arrasamos con éxito entre nuestra enérgica clase política!
- Tan pronto evidenciamos que los mediocres foristas lograron superar nuestros bloqueos proactivos, y empezaron a lograr visibilidad en otras ciudades del país, nos concentramos en la retaguardia. Avanzamos con paso firme hacia la capital, y establecimos sólidamente nuestro escuadrón allí. Seleccionamos cuidadosamente nuestros aliados, y les pedimos abrir una disputa regionalista. ¡El regionalismo; inefable arma de destrucción en Colombia!
- Apenas nos llegó noticia de su absoluta inocencia financiera, emprendimos saboteo virtual a su campaña de crowdfunding. Buscamos que sus mismos aliados probicicleta se hicieran los de la vista gorda, apuntándole a generar un efecto de desilusión en el corazón del equipo. Buscamos que ningún candidato a las próximas elecciones les donara. Si no fuese por una atractiva y poderosa mujer que no pudimos atajar (siempre la energía femenina causando polémica), casi logramos total efectividad. ¡Pisoteamos su esperanza!
- Finalmente, saboreando el cárnico olor de la victoria, decidimos apelar al talento número 1 del colombiano: destruir al otro; directamente, sin miedos ni tapujos. Fuimos creativos con mentiras, vulgaridades y cantos beligerantes. Hablamos de mermelada, de castrochavismo, de “progreso real”, de modernidad. ¡Estuvimos a punto de aplastar el evento por completo!
Pero no, no lo logramos. Nos descuidamos un poco entre lechona, natilla, y Miss Universo y al retomar nuestras labores de 2015, nos dimos cuenta que ya todo estaba montado. El ‘forito’ ahora es un señor Foro. Más de 130 ponentes de altísimo nivel están confirmados desde los cinco continentes. Ya van 4000 inscritos, y se esperan más de 5000. Ya todos los candidatos, precandidatos, y poscandidatos compraron bicicleta; algunos se toman la foto con el casco torcido. Los medios de comunicación están arrodillados ante sus sucios zapatos ciclistas, y de repente, mientras que nos escondíamos cómodamente detrás de nuestros tóxicos teclados, los astros lograron que la empresa privada, el sector público y la academia les hayan patrocinado diez (¡10!) Pre-Foros a lo largo y ancho del país, y se hayan volcado masivamente a favor de este ridículo evento.
Afortunadamente, en este país no tenemos memoria. Así que estamos a tiempo de entrar, esculcar, y destruir desde adentro. ¡Es imperativo montarnos en el bus de la victoria! Llegó el momento de capitalizar.
