Monseñor Jesús Jaramillo, asesinado y torturado por el ELN, el próximo Santo colombiano

Monseñor Jesús Jaramillo, asesinado y torturado por el ELN, el próximo Santo colombiano

Considerado por el Vaticano como un mártir, el obispo de Arauca recibió 6 tiros de fusil, una decisión que ocasionó que 800 guerrilleros dejaran las filas del ELN

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julio 05, 2017
Monseñor Jesús Jaramillo, asesinado y torturado por el ELN, el próximo Santo colombiano

Monseñor Arcadio Bernal no podía dormir en su diócesis de Arauca. Había sido escogido por el Papa Juan Pablo II para suceder al querido obispo Jesús Emilio Jaramillo quien había sido asesinado por la guerrilla del ELN el 2 de octubre de 1989 en la vereda Santa Isabel de Arauquito. Primero fue juzgado y luego torturado hasta su muerte. Monseñor Arcadio sentía su presencia en todos los rincones de la austera casa cural. Una evidencia a la que se sumaban las decenas de feligreses que contaban los milagros del obispo por la que los araucanos llegaron a sentir veneración. Con paciencia y durante tres años, el obispo Bernal recuperó testimonios y documentos que envió a Roma diez años después, en junio de 1998 y con la solicitud de beatificación con el apoyo de un grupo de sacerdotes jesuitas. La información fue remitida a la Congregación para las causas de todos los santos, la entidad del Vaticano que determina la santidad de los mártires. Sabían que era un proceso lento, que podía tardar veinte años así las pruebas de su santidad y martirio fueran irrefutables.

Jesús Emilio había nacido en Santo Domingo (Antioquia) el 14 de febrero 1916. Alumno del férreo y fanático conservador Monseñor Miguel Ángel Builes, fue ordenado presbítero para el Instituto de Misiones de Yarumal el 1 de septiembre de 1940. No compartía su radicalidad  para combatir el ateísmo y el comunismo en una Colombia que se desangraba en la primera de las muchas olas de violencia que estaban por llegar, así que fue el jesuita español  Francisco Javier, su principal referente. A través de él conoció las tesis de Teilhard de Chardin y tuvo en sus manos la Fenomenología del Espíritu y las Confesiones de Rousseau, libros que lo empezaron a formar como el filósofo que se graduaría de la Universidad Javeriana en 1971. Un año después se enfrentaría al reto que terminaría costándole la vida: ser obispo de Arauca.

Llegó en un momento en el que el movimiento campesino empezaba a radicalizarse. El obispo, con vocación y formación de misionero, empezó a recorrer con su credo los lugares más inhóspito de las planicies araucanas, en donde había nacido y crecido el Frente Domingo Laín del ELN. El Obispo se topó con ésta en la toma al corregimiento Betoyes en Tame. Tan cristiano como el Cura Pérez, entonces líder máximo del ELN,  las diferencias frente a la lucha armada y su distancia con la Teología de la Liberación se fueron convirtiendo en una barrera infranqueable con el obispo que se hacía acompañar del ejército en sus agotadores recorridos en los que multiplicaba sus fieles.

La organización guerrillera fue acumulando resquemores con un Obispo que había logrado arrebatarle sectores de campesinos y pobladores en la región. Con su elocuencia y su carisma fue convenciendo a líderes indígenas, a maestros y se convirtió, sin proponérselo en un rival del Eln en el territorio. Un obstáculo. Un estorbo en su estrategia de control de Arauca.

El lunes 2 de octubre de 1989 Jesús Emilio Jaramillo tomó un campero acompañado del párroco de Cravo Norte, León Sarabanda, el de Fortul, José Lubin Rodríguez, el seminarista German Iracoca y su ayudante y amigo el sacerdote Elmer Muñoz. En la mitad de la carretera que los llevaría a Tame, justo en la vereda Santa Isabel de Arauquita, tres hombres vestidos de civil los detuvieron. Se identificaron como del ELN, les ordenaron bajarse del auto y les pidieron la cédula. Deliberaron unos minutos y tomaron la decisión de dejar partir al grupo a excepción del Obispo y su ayudante Elmer Muñoz. Una hora después aparecieron cinco guerrilleros más que le reclamaban al sacerdote su cercanía con los militares. El tono se agrió y los guerrilleros del Domingo Laín le pidieron a Muñoz abandonar al Obispo. Le pidió como último favor recibir su confesión.

El Obispo nunca llegó a la Casa de retiros en donde se habían citado. Muñoz regresó a la vereda Santa Isabel donde lo había dejado para encontrarse con el horror: entre el matorral, torturado y con siete heridas de fusil yacía Monseñor Jesús Emilio Jaramillo. Sin su cadena con el Cristo de oro ni su anillo obispal. Arauca toda se volcó a la calle. Cincuenta mil personas acompañaron el entierro del Obispo en la Catedral de Santa Bárbara

La noticia voló por Arauca y conmocionó al clero, pero también a la guerrilla en las montañas de Colombia. Un crimen sin explicación que generó un cisma en las filas del ELN en la que militaban sacerdotes y monjas  y que había bebido de los principios cristianos frente a los pobres pregonados en la Teología de la Liberación. La crueldad de la decisión inexplicable, en contravía de las convicciones fue el detonante para que 800 guerrilleros y una buena parte de los sacerdotes dejaran al Eln del Cura Pérez. Dos años después, en septiembre de 1991 nacería, de esa ruptura, la Corriente Renovadora Socialista que firmó la paz con el gobierno de Gaviria el 9 de abril de 1994.

Desde el Líbano Tolima, donde desde enero del 2003, Monseñor Arcadio Bernal es obispo, ha esperado la noticia que puede volverse realidad con la visita del Papa Francisco a Colombia el próximo septiembre: la beatificación de monseñores Jaramillo. Una causa que fue impulsada también por su sucesor en Arauca, monseñor Carlos Germán Mesa Ruiz y luego por Jaime Muñoz Pedroza.

Hace dos meses supieron que su esfuerzo no había sido en vano cuando el pasado 11 de mayo la Congregación para las Causas de los Santos le escribía a la Conferencia Episcopal de Colombia informaba que el caso de Monseñor Jaramillo ya estaba en la última instancia, el estudio de los teólogos que determinarían si se elevaba hasta los altares. Desde entonces monseñor Muñoz Pedroza no ha parado de orar con sus fieles en la Catedral de Santa Bárbara de Arauca. La misma donde esperan recibir la noticia de la beatificación del Obispo, cuya formalización solo espera la firma del Papa Francisco. El regalo más esperado por los Araucanos.

 

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