Los niños tienen una vaca. La vida de ellos, en la cima de un escarpado páramo, depende de entregar esa vaca sana. La organización a la que pertenecen se las ha prestado, podrán disfrutar de su leche las veces que quieran, pero deberán entregarla tal y como la recibieron. Los niños lo intentan y no pueden: han destapado una botella de ron y han cogido sus ametralladoras y han cedido a la tentación de disparar al cielo y también al horizonte y lo único que les quita las ganas de seguir echando tiros son los mugidos agonizantes de la vaca, una vaca que ha dejado entre su mierda unos hongos, los niños lo comen, alucinan, perdidos en el viaje escuchan detonaciones, huelen el napalm. Van por ellos y lo único que deben hacer es preguntarle a la gringa que tienen secuestrada si le gusta el calor, porque ahora el único refugio que nos queda, doctora, es la selva.
Durísima, intensa y de una belleza fílmica esplendorosa, Monos está filmada como si fuera la pesadilla de un joven guerrillero que acaba de tomarse una gota de LSD. Hay momentos en los que uno cree que está flotando sobre El señor de las moscas, hay otras en los que uno se jura navegando con el capitán Willard por El corazón de las tinieblas, sin embargo la mayoría del tiempo nos sentimos en universo desconocido, salido directamente de la cabeza de Alejandro Landes, uno de los nuevos genios del cine colombiano.
La expectativa que ha desatado la película arrancó con su proyección a principios de marzo en el Festival de Cine de Cartagena. Los que la vieron quedaron deslumbrados. El pasado martes 6 de agosto en la sala principal de la Cinemateca de Bogotá pudimos verla, lista para ser estrenada en todas las salas del país a partir de este jueves 15 de agosto. La reacción es la misma que despertó en Sundance, el festival de cine más prestigioso del mundo, en donde, con sólo verla cautivó a los más exigentes críticos y consiguió un distribuidor en Estados Unidos algo con lo que siempre sueña una película latinoamericana. La sala estaba colmada y durante poco más de hora y media permaneció en silencio, hipnotizada por esas imágenes demoledores, imágenes de cine en estado puro.
Uno de los grandes logros de Alejandro Landes es lograr conciliar al gran público y a la crítica. Si, Monos es un triller sicológico que va demoliendo al espectador a la vez que va hundiendo en los personajes en un pozo de delirio que terminará enloqueciendo a esos niños que alguna vez decidieron jugar a la guerra pero terminaron hasta el pescuezo en ellas. Si, la última obra de Landes aborda sin complejos y con éxito una empresa casi imposible: ser una metáfora de esta guerra maldita que no termina de pasar.