¡Moñona electoral en Santa Marta y el Magdalena!

¡Moñona electoral en Santa Marta y el Magdalena!

Con la victoria de Virna Johnson y Carlos Caicedo, el mapa político del departamento cambió. Una perspectiva

Por: RICARDO VILLA SÁNCHEZ
noviembre 01, 2019
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¡Moñona electoral en Santa Marta y el Magdalena!
Foto: Twitter @VirnaJohnson

"No nos dejaremos arrebatar la paz"— Rafael Alberti.

El domingo pasado en la hora mágica del atardecer, comprendí el valor de la democracia amplia, cuando la gente se comía las uñas, se miraba a los ojos, quería salir corriendo; a algunos se le salían las lágrimas, otros estaban congelados del susto y muchos se cagaban de la risa, sin poderla contener, como el Guasón, esperando los reportes electorales de la Registraduría, en un momento de trance, después de todo un día de espera, de trabajo, de energía arrasadora, de una campaña colorida, de juventud, de propuestas, de sueños por el cambio, de rigor, de responsabilidad, de disciplina, de unidad de acción y de fuerte liderazgo de las candidaturas de Carlos Caicedo y Virna Johnson, de los aspirantes a las corporaciones públicas de elección popular, y de todos y cada uno de los que estuvieron, y se les respeta, dándolo todo, aportando con sacrificio y alegría, lo suyo, como dijo Neruda, para que se lograra la moñona en Santa Marta y el Magdalena, como acontecimiento histórico y punto de quiebre con el pasado. 

Fue un momento de felicidad sin límites. Veíamos a la gente muda, atenta, unida, abrazándose, agarrándose de las manos, como si la selección Colombia estuviera jugando la final del mundial de fútbol, al punto en que en cada reporte, en el que se consolidaba la tendencia ganadora, parecía un gol, hasta que se convirtió en una paliza a las élites políticas tradicionales del Magdalena y a los que, como dicen en las entrañas del caribe, se sabalearon, a la apuesta de cambio. Allí estuve, con los ojos de vidrio, pensando en que en la vida, como diría Mercedes Sosa con Gustavo Cerati, en la zona de promesas, tarda en llegar y al final siempre hay recompensa. En que aún hay esperanza. En que este triunfo es de todos los que creyeron en que el cambio es posible. 

Parece trillado o un cliché decir que fue un hecho político sin precedentes desde que hay elección popular de alcaldes y gobernadores en el departamento del Magdalena, cuando el Movimiento político Fuerza Ciudadana y la Convergencia Democrática del Magdalena, obtuvieron la victoria con Carlos Caicedo Omar a la Gobernación y Virna Johnson a la Alcaldía Distrital. Cuando se le puso un banderín regional a la oposición. Pese a parecer acorralados, con todo en contra: el gobierno nacional, los medios de comunicación local, los organismos de control, la persecución política, las amenazas de violencia política, las élites tradicionales, las tulas de dinero, los riesgos electorales, que hasta se tornarían en otra intentona, esta vez fallida, de chocorazo. Con su liderazgo, disciplina y valentía, derrotaron a las sempiternas maquinarias electorales, que han mantenido al departamento, desde la independencia, en la postración en que se encuentra. Época aciaga, de la que ahora puede cruzarse la página, en que a los que se creen privilegiados, en todo les iba bien y a las mayorías mal. Una nueva era, con tinta rebelde, se empieza a escribir en el Magdalena. Ojalá se esté a la altura de la esperanza del pueblo y los dejen gobernar. 

Fenómeno político a analizar. Viejos fortines de la derecha en las subregiones del Magdalena, vieron cómo despertó la gente a votar en masa, en una bola de nieve que no la detenía nadie, al punto que en algunos lugares en que suspendieron las elecciones, sin motivos aparentes o se presentaron eventuales fraudes electorales, la ciudadanía reaccionó, en algunos momentos de manera desproporcionada, y en otras protestó, denunció, participó e incidió, en reivindicación de sus derechos políticos. 

Quizás, las élites tradicionales y excluyentes, ya contaban con que esto iba a ocurrir. La candidatura contraria, pareciera que en los últimos días hubiese bajado los brazos, con el ejemplo de las fichas, como en exposición de escuela, en su debate con los candidatos menos opcionados, que hasta le dieron sopa y seco, o los videos en que confesaba sus inclinaciones en la política, para enfocarse a una campaña sucia, desesperada, que sólo logró, en efecto teflón, generar solidaridad; lo que sería uno de los factores de decisión de la preferencia electoral de las mayorías. Otra razón suficiente fue la posibilidad de cambio: la gente decente cansada de la falta de oportunidades, de la pobreza, de la crisis de representatividad, de la poca respuesta a sus necesidades más sentidas, de la precariedad de nuestra democracia departamental, se pronunció de manera contundente. 

No pudieron arrebatarle la esperanza a la gente y este es el gran compromiso de consolidar un proceso político transformador en Santa Marta y de crecer su acumulado político, su modelo de gestión y sus ejecutorias, a nuestro deprimido departamento del Magdalena, con una mayoría social y política que se suba a este barco, sin cartas marcadas, con alianzas y pactos de buena fe en su cumplimiento, con la idea del buen vivir, del desarrollo sostenible y de la profundización de la democracia. Conscientes de que la convergencia es el camino a la paz social. 

El mapa político cambió. Deben estar conmocionados sus rivales, pensando en la mella en sus negocios, en los cables sueltos de la corrupción, en la diezma de su capital político y económico, en cómo le van a cumplir a sus alianzas perversas, en su viudez de poder, en su soberbia, en su mano de hierro, ahora blanda. Sin desconocer que allí también hay gente buena, quizás desubicada sobre el futuro pluralista del departamento. De los poco más de 200 mil votos de Gustavo Petro en la segunda vuelta presidencial, los sectores alternativos pasaron a más de 300 mil en la Gobernación de Caicedo, mientras que en la Alcaldía de Santa Marta de los casi 93 mil de Martínez, se superó a los 130 mil sufragios con Johnson, sin dejar de subrayar que será la primera mujer electa, como burgomaestre, en Santa Marta. El 2022 está cerca, con el ejemplo del Magdalena, la gente sencilla puede ganar. 

La apuesta está casada. El departamento del Magdalena, por su gente que hay que empoderar, su ambiente, su potencial de desarrollo, su posición geoestratégica privilegiada, sus recursos, en fin, se merece una administración pública eficaz, eficiente, democrática, y transparente, consecuente con la paz, con el desarrollo humano sostenible y con la justicia social equitativa. Muchos murieron, otros perdieron, algunos se fueron, mucha sangre corrió, hubo dolor, desesperanza, antes de ver esta gran victoria en un acontecimiento político, refrendatario de toda una historia de lucha, liderazgo y compromiso de las mayorías excluidas. Caicedo y Virna, se prepararon para gobernar hacia la transformación social y política. Ya saben cómo hacerlo, cómo rodearse, cómo avanzar, cómo cumplir con coherencia lo que prometieron en campaña, en la dinámica del buen gobierno. Remember, no se pueden cometer los mismos errores del pasado. A más poder, más que hacer y más resistencia frente a la injusticia, la inequidad, la desigualdad y la exclusión. Venceremos. 

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