Nadie estuvo más cerca de los hermanos Castaño que Jesús Ignacio Roldán. Le decían ‘Monoleche’, apodo que le puso Carlos, uno de los tres hombres a los que tenía que cuidar. Los otros dos fueron Fidel y Vicente. El primero desapareció en 1997 y su salida del juego significó para él una oportunidad de seguir avanzando.
En esas circunstancias, empezó a ganar prestigio militar y tomar decisiones políticas dentro de las Autodefensas Unidas de Colombia. Vicente le dio más poder y más peso a su voz a la hora de quedarse con las tierras arrebatadas a los campesinos en Córdoba. Se hizo millonario y todo un terrateniente.
El cambio, desde que entró a la organización en 1988, fue drástico en este campesino cordobés. Los Castaño poco a poco le fueron dando autoridad, administraba sus haciendas, le entregaron Agropalma, la asociación de las AUC para poner en marcha el cultivo de palma africana que secaba los suelos y llenaba de plata a los que tenían las tierras.
Uno de los inmuebles que quedó en manos de Monoleche y que entregó a sus víctimas, fue Montecasino. Era una mansión estilo rococó, en El Poblado, uno de los sitios más hermosos de Medellín.
Allí, Fidel Castaño colgó en las paredes buena parte de sus Klimt, Picasso y Dalí y también planeó tomas paramilitares sangrientas como la que tuvo que soportar el municipio de Mutatá en Antioquia; la expulsión de las Farc del Cañón de la Llorona; la mismísima muerte de Luis Carlos Galán Sarmiento en la plaza central de Soacha cuando fue candidato por el Nuevo Liberalismo en la contienda presidencial de 1990.
En esa mansión, de duchas transformadas en grandes ostras de oro que recordaban el Nacimiento de Venus de Boticelli, se desmembraron y torturaron personas y se entrenaban las tropas de la muerte de los Castaño. Monoleche estuvo ahí en la tarde más fatídica.
Según Verdad Abierta los problemas entre Vicente y Carlos arrancaron cuando, a finales de los años noventa, los bloques de esta organización armada empezaron a crecer con la rapidez de un tumor maligno.
La idea de transformar las AUC en una organización política empezaba a desvanecerse con cada masacre, desaparición o desplazamiento de la población. En 2002, la DEA le puso la lupa y pidió su extradición. Por eso, el paramilitar pidió una reunión con los narcos duros del Norte del Valle, Ramiro, alias Cuco Vanoy y Carlos Mario Jiménez, alias Macaco. Vicente sería un estorbo en cualquier tipo de negociación. Era de los que no se arrodillaban y decidió intentar matar a su hermano a como diera lugar y le hizo cinco atentados.
El más terrible de todos los ataques fue el de Santa Fe de Ralito. Pese a tener 35 escoltas en ese momento, a Carlos no le importó demasiado disparar sobre su hermano Vicente y con la taza rebosada, ordenó entonces el asesinato de Carlos. Le dio la misión a Ever Veloza, temible H. H. y este a su vez encargó a Monoleche el ataque final que se realizó en marzo del 2004 en circunstancias ya ampliamente conocidas.
En 2005, en plena desmovilización paramilitar, Roldán se entregó, recibió una condena de 8 años que pagó en la cárcel de Itagüí y salió en 2016. Sin embargo, los viejos fantasmas volvieron a abrazarlo. La semana pasada fue recapturado por uno de sus crímenes más atroces, el de la Líder de los desplazados en Córdoba, Yolanda Izquierdo, quien representaba a 843 familias que esperaban recuperar sus tierras despojadas por los paramilitares en ese departamento.
El 3 de febrero de 2007, a pesar de que le dicho una y otra vez al gobierno de Álvaro Uribe que la iban a matar, vivía en el precario barrio Mi Ranchito, en el Lote 2, trancaba la puerta a las 6 de la tarde y les prohibía a sus cinco hijos asomarse a las ventanas.
Los paramilitares la perseguían porque había puesto en jaque la organización de tierras que lideraba una de las cuñadas de los hermanos Castaño, Sor Teresa Gómez y a Monoleche le dieron la orden de matarla. Llegaron a su casa y le pegaron ocho tiros. Su funeral fue tremendo, cientos de personas salieron a la calle a llorar públicamente su rabia contra los paramilitares.
Después de estos dolorosos episodios y su entrega, Monoleche vivía tranquilo, intentando convertirse en un ganadero exitoso como si todos los crímenes ya estuvieran purgados, pero el pasado no perdona, volvió a alcanzarlo y hasta ahora, nadie sabe cuánto podría pasar en la cárcel por la muerte de la líder Izquierdo.
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