En 2020 la economista Mónica Contreras Esper se encontraba tranquila en su cargo de gerente general para la región andina de Pepsico. Ella, ejecutiva de escritorio, había forjado una carrera de 20 años en la multinacional estadounidense en la que incluso había logrado que el 37 % de los empleados fueran mujeres. Pero en octubre de ese mismo año la vida le dio un giro de 180° cuando Juan Ricardo Ortega, presidente del Grupo de Energía de Bogotá, la reclutó para dirigir la empresa Transportadora de Gas Internacional (TGI). La misma que hoy le está haciendo frente a la crisis del gas en el Eje Cafetero.
Cuando apareció humo en un sector del Cerro Bravo por donde pasa el tubo que transporta el gas para uso de hogares, industrias y vehículos en el suroccidente del país, ella fue la que tomó la decisión de parar la operación. Esto para evitar que el tubo que transporta el gas explotara porque estaba resistiendo temperaturas de hasta 700 grados ocasionada por gases de origen no volcánico, cuyo origen hasta el momento no ha sido identificado por el director de la Unidad Nacional del Riesgo, Olmedo López.
Para atender esta emergencia, TGI, en cabeza de Mónica Contreras, inició la construcción de un tubo flexible que haga las veces de un by pass, que conducirá el gas por un sector ajeno al sitio en donde se presenta el extraño calentamiento para que la empresa pueda reanudar el suministro de gas.
Este procedimiento tardará unos nueve días y mientras tanto, en las ciudades del suroccidente del país afectadas por el corte de gas, las familias, vehículos e industrias buscan alternativas como el uso de parrillas eléctricas, por ejemplo.
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