La paciencia terminó y la relación entre Colombia y Venezuela se enfrió. Esa amistad que mantuvieron Caracas y Bogotá durante los últimos siete años se ha venido deteriorando, de hecho, podría asegurar que está cerca a congelarse.
Todo inició el 22 de marzo del presente año cuando un grupo de militares venezolanos entró a Colombia e instaló una base militar en el departamento de Arauca. Al día siguiente, el Presidente Santos llamó a su homólogo de Venezuela y según aseguran algunas personas que estuvieron presentes, la llamada estuvo llena de mucha tensión. El tono de los dos presidentes subió bastante, lo cual fue una clara muestra de que la relación entre los dos países no volvería a ser jamás la misma.
Días después, la temperatura diplomática siguió subiendo cuando en la Organización de los Estados Americanos los embajadores de los dos países tuvieron fuertes encontrones. Luego, la primera semana de abril, las relaciones de ambas naciones siguieron agitadas. Lo anterior como consecuencia del cierre que hizo el Tribunal Supremo de Venezuela a la Asamblea Legislativa. El presidente Santos en un discurso rechazó esa situación, la cual consideró como violatoria de la democracia.
Posteriormente, el sábado 8 de abril, la distancia entre los dos países fue más notoria cuando la Cancillería de Colombia emitió un nuevo comunicado en el que expresaba su rechazo sobre la inhabilidad que el vecino país le impuso al jefe opositor Henrique Capriles, sin contar las acciones violentas contra las marchas. Ante esto, la Canciller de Venezuela contestó de manera vehemente y le pidió a Holguín que en vez de meterse en los problemas de Venezuela se preocupara por los problemas graves de Colombia.
El último hecho sucedió recientemente cuando el Presidente Juan Manuel Santos ordenó a la canciller que hablara con el Secretario General de la ONU sobre la “preocupante militarización de la sociedad venezolana”. Así pues, todo lo anterior ha sido la cronología exacta de cómo la relación entre los dos gobiernos está prácticamente congelada.
Siempre al hablar sobre las relaciones entre Colombia y Venezuela he utilizado una frase: “La prudencia no es enemiga de la dignidad, ni la cautela excluye el sentido del decoro que debemos tener como Nación”. Por eso, así como tantas veces reclamé por el silencio del Gobierno Santos frente a lo que sucede en Venezuela, hoy debo felicitar al Presidente y apoyarlo en las decisiones que ha tomado; porque sin salirse de la línea diplomática, sin llegar a los gritos, a los insultos como sí lo hace Nicolás Maduro, Santos ha sabido poner su posición clara frente a lo que sucede en Venezuela.
No podemos pensar y mucho menos pedir que la reacción sea otra, pues estamos frente a un dictador que no se sabe hasta dónde pueda llegar. Recordemos que cuando Hugo Chávez era presidente, enviaron tanques y una gran cantidad de militares a la frontera. No tengo dudas de que Nicolás Maduro sea capaz de mandar los tanques a la frontera, traspasarla y armar una confrontación. Justamente eso es lo que debe evitar el Gobierno colombiano. No por miedo, no porque Maduro sea el que mande, simplemente debe hacerlo pensando en la seguridad y estabilidad de nuestra nación.