Moisés Zamora Mezú llegó a Cali cuando tenía 6 años, y jamás ha vuelto a su natal Caracas. Por eso sin mayores explicaciones dice ser de “acá, vé”, que suena como si fuera de todo el Pacífico.
Musicalmente es indefinible. Toca con habilidad instrumentos como las gaitas y pitos atravesaos del Caribe, igual hace con el clarinete, bajo eléctrico y saxofón. Canta, compone y versea con habilidad de juglar.
Toca por igual cununos, bombos y redoblantes, pero su gran pasión es la marimba de chonta, la que valora como una compañera inseparable, una novia dócil que le susurra al oído todos los sonidos de la selva. “En un viaje a Italia, me dio varicela, todos se fueron a pasear y me quedé solo. Entonces me puse a hablar con la marimba como si fuera mi novia, y la bauticé Andrea, y fue mi compañera, la abrazaba y así pasé la fiebre que tenía”, recuerda Moisés con una sonrisa de vergüenza que le recorre toda la cara.
Moisés tiene una teoría a su promiscuidad creativa, que podría ser lo más aproximado, que encontramos ahora para definirlo: “Mirá, es que yo veo un instrumentos y ahí mismo quiero tocarlo, si puedo me lo compro y me pongo a estudiar hasta que le saco los ritmitos que se me ocurren en la cabeza. Así aprendí a tocar gaitas y pito atravesoa, a pesar de que no he ido nunca al Caribe. Así estoy haciendo con el bajo, y el saxo, pero eso es poco a poco, porque me interesa conocerlos para componer algo con ellos”.
Respeta cada instrumento como si se tratara de objeto de adoración. Cuando comenzó a explorar la marimba, luego de sus estudios de danza, clarinete y percusión en el Instituto Popular de Cali, IPC, sintió, como asegura, el llamado de los sonidos de la chonta: “Eso fue en 2002 en Cabeceras, sobre la ribera del río San Juan, en un festival de danza. Lo primero que aprendí fue un ritmito que sonaba como ‘pa-pa con yuca, pa-pa con yuca’, y ahí mismo no puede dejar de tocar”.
Su habilidad en la marimba ha sido reconocida por músicos como Esteban Copete, Henrique Riascos, Senel Hurtado y Marino Beltrán, a quienes agradece por las enseñanzas que le dieron, no solo en la interpretación de la marimba, sino también para abrirse paso en un medio tan exigente y competitivo.
Moisés carga una timidez natural, que ha requerido del impulso de otros para sacar ese talento que parece querer compartir solo con sus amigos. “Gracias a Joaquín Salcedo, ya he comenzado a mostrar, él me ha impulsado a grabar mis temas. Con la banda Mama Julia y los sonidos ambulantes he publicado los temas La gaita de Moiso, Quisiera, Distrito, La negra fina, vení pa’ca, y Echa pa’ otro lao”, que recogen el sabor de los instrumentos que toca, con una vitalidad y fuerza comunicativa.
Asegura que tiene más de 70 temas inéditos, que se constituyen en su gran proyecto para mostrar su talento excepcional que su timidez natural parece combatir.
Enseña música, y danza en el distrito de Agua Blanca, en Candelaria, igual lo hace en Siloé y Barrio obrero. “Es que uno tiene que ser agradecido -comenta- hay mucho talento, muchachos que son de pueblos del Valle, Cauca o Nariño, que sus familias fueron desplazadas por la violencia, y que no conocen nada de las músicas de su región, no conocen una marimba, por ejemplo, y yo creo que ese es un objetivo mío, que reconozcan el valor de su cultura y aprendan a tocar”.
En medio de las precariedades Moisés se las ha ingeniado
para hacer los instrumentos que él llama alternativas
el ‘xilocobombo’, ‘la xilococaja’, ‘la marimbotella’, es de chonta y botellas plásticas
En medio de las precariedades Moisés se las ha ingeniado para hacer los instrumentos que él llama alternativas: “Los chicos se llevan los instrumentos para sus casas, que es un tarro de pintura, por ejemplo, y me dicen profe ‘présteme el ‘xilocobombo’, ‘la xilococaja’, ‘la marimbotella’, es de chonta y botellas plásticas”.
Con ese grupo y esos instrumentos hechos con materiales reciclables, Moisés ha presentado su trabajo en el Festival Petronito Álvarez, en el Festival de bandas de Popayán, en la sala Beethoven, entre otros escenarios del Pacífico. Le duele que no exista más apoyo para que sus muchachos, como les llama, no ingresen a pandillas y luego los vea como protagonistas de malas noticias en la prensa. “Eso me duele, porque ellos te dan toda su confianza y me siento culpable, pero la sociedad, el sistema, los corruptos, la política, son culpables que esos muchachos se metan a las pandillas y tomen caminos de la maldad en vez de estar haciendo música, porque son muy talentosos”.
Moisés vive en el distrito de Agua Blanca. Su vida es ciento por ciento musical, llena de instrumentos, incluso de algunos que no ha aprendido a tocar. Tararea y saca composiciones con rapidez, algunas que luego de estar en su memoria, “Se me olvidan”, dice, como avergonzado. “Pero yo sigo y sigo y… aparecen de nuevo…”, remata con talento y sencillez, que hacen de él un músico excepcional.