En el ámbito universitario he escuchado permanentemente el tema de la necesidad de tener "moderación" en el tratamiento que cada ciudadano debe darle al tema de lo que se ha llamado la paz en Colombia.
No he logrado entender realmente el término moderación aplicado a este caso. Lo único que creo haber podido entender es, tal vez, que lo que se pide es un poco de prudencia al hablar y que se solicita que se deje correr el tiempo a ver qué sucede en el futuro.
Al pensar en este tema de la moderación, quise entender que cuando se utiliza este término lo que se solicita es que las gentes se expresen con mesura y sobriedad, de tal forma que no se caiga en excesos al tratar el tema y de esta forma se coloquen las expresiones en el campo de la sensatez y cordura.
La sensatez y la cordura nos deberían evitar excesos. Es un buen principio para realizar análisis. Naturalmente creo que los análisis deben no solo poseer información suficiente de una realidad presente, sino que deben tener un gran componente de lo que hemos aprendido sobre los comportamientos de la especie humana a través de los tiempos.
Esto me llevó a preguntarme qué otros hechos han sucedido en el mundo que puedan ser comparables con la paz de Santos —como ha dado en llamarse—, a fin de no excederme en comentarios y caer en una situación de “falta de moderación “.
En la historia de la Segunda Guerra Mundial hay un evento importante denominado “El Acuerdo de Múnich", realizado el 30 de septiembre de 1938. Este acuerdo —muy similar al acuerdo de La Habana— no fue otra cosa que la entrega de una parte del territorio de Checoslovaquia a la nación alemana. Miren lo interesante y lo similar al acuerdo de La Habana.
A Múnich acudieron naturalmente Hitler y sus consejeros cercanos por el lado de Alemania, y por el otro lado, el primer ministro Británico Chamberlain y su homólogo el primer ministro francés Dallador. Nótese dónde se reunieron, en territorio alemán, en territorio del grupo que desestabilizaba la región. Caso similar al caso de las Farc quien es el grupo desestabilizador y quien impone el lugar de reunión. Un lugar afín a su ideología, Cuba.
Pero no perdamos la óptica del tema. Hitler deseaba incorporar a su territorio una porción de Checoslovaquia —los Sudetes—, lo que significaba un golpe de demostración de poder, y de lograrlo, era la demostración de debilidad de la Gran Bretaña y Francia. Italia ya comulgaba con su filosofía. Las Farc también buscaban en esta reunión de La Habana una demostración de poder. Impuso las Farc las condiciones para sentarse a negociar, el lugar y los garantes. Iban entonces un paso adelante.
Para la reunión de Múnich se requería la medicación de alguna persona. Por lo tanto, Alemania impuso nada más ni nada menos a Benito Mussolini —de Italia—, dictador y personaje que había intimidado y obligado al rey Víctor Manuel III, con lo que se conoció como la marcha sobre Roma, a hacerlo participe del gobierno. Víctor Manuel III en una posición que el mismo llamó “moderada “había preferido tenerlo cerca. En el caso de Colombia, las FARC impusieron a los Castro. A Venezuela y a Noruega como facilitadores. Los intermediarios utilizados eran adeptos a la ideología fariana —al mejor estilo de lo que hizo Alemania al imponer a Benito Mussolini en Munich—.
En el caso del reparto de los territorios de Checoslovaquia, no asistió a la reunión ningún representante de Checoslovaquia. Le entregaron a Alemania en el arreglo, un pedazo del territorio de Checoslovaquia —los Sudetes— sin que pudiera haber una oposición. En La Habana no hubo oposición. Todo lo que pidieron los sublevados les fue entregado. O sea, se sentaron a la mesa solo los que estaban de acuerdo.
La historia habla de la “moderación“ con que Dadalier y Chamberlain trataron los temas en la reunión de Múnich. Sus declaraciones posteriores a la reunión, apuntaban a que concediendo a Hitler lo solicitado, se desinflaría la presión que había de una confrontación. Evitar la nueva guerra era el objetivo y por eso había que tener “moderación” en el tratamiento de la situación. Un costo aparentemente sostenible era algo moderado para solventar la situación. Caso similar al de Colombia donde los negociadores, cedieron en todas las solicitudes de las Farc, con la idea de que así se terminaría el conflicto armado —donde era claro que el tema no era de un conflicto armado sino un conflicto por el poder—. Se entregó el botín buscado por años: el poder. Se les entregaron 270 municipios donde siempre han tenido el poder y legitimaron a las FARC como víctimas sociales de los poderes del Estado. Se les entregó una parte del Congreso, y ni para qué hablar de prebendas económicas.
A Hitler le dieron la razón en sus planteamientos violentos —violentaron a Checoslovaquia— y a las Farc le dieron la razón de su existencia y de su violencia. O sea, se declaró ante los colombianos que la violencia de las Farc había estado justificada durante los 50 años anteriores. Porque de no ser así, ¿por qué había que negociar? Gracias a esto se les concedieron prebendas.
Con Hitler pensaron que con la concesión de tierras todo acabaría. ¿Que sucedió? Que lo empoderaron y terminó en una desastrosa guerra. A las Farc también la empoderaron. No es sino escuchar y leer sus declaraciones. Ellos son ganadores. Y eso es cierto. Pasaron de ser criminales a ser reconocidos por un gobierno como víctimas obligadas a actuar con violencia, a las cuales había que resarcirlas.
Con Hitler no se pensó en el largo plazo sino en el corto plazo. La preocupación por una guerra inminente, no permitió valorar lo que podría suceder con el empoderamiento que se estaba gestando. Con las Farc no se pensó tampoco a largo plazo. Se prefirió desinstitucionalizar el país, pisotear la Constitución, generar dos sistemas de administración de justicia paralelos, y de paso desconocer la voluntad de los colombianos expresada mediante una votación pública.
Pero volvamos al tema de la “moderación”. Moderación no es negociar principios. Chamberlain y Daladier pisotearon principios tales como la de dar protección conjunta mediante los tratados internacionales. Principios como el no tomar determinaciones sobre propiedad ajena fue violentado. Principios de no permitir desalojo de la propiedad privada de los checos, fue brutalmente violado, y así sucesivamente. Todo esto con el beneplácito internacional. Lo mismo pasó en Colombia. Internacionalmente se volcaron a darle la razón a las FARC, lo mismo que había sucedido en 1938 con Alemania. Pareciera que nunca aciertan en el concurso internacional cuando hay conflictos.
Pero volviendo al tema de la moderación, no se trata de hablar comedidamente y no ser realista sobre lo que sucede. Hay que recordar que la “moderación” no es sino la interpretación subjetiva del comportamiento de sujetos que interactúan. Confundir falta de moderación con ser enfático, dista mucho de conocer realidades. Los políticos negocian todo. Los guerreros siempre han querido el poder. Son cosas que hay que tener en cuenta. Para poder negociar, hay que entender que es lo que realmente está sobre la mesa. Al igual que en Múnich, la agenda alemana era el poder. El La Habana era igual y sin embargo, los negociadores colombianos cedieron a todo lo que pudiera significar ganar poder. Se puso en peligro la nación al igual que en 1938 se puso en peligro la desaparición de Checoslovaquia.
Los checos llamaron a lo que sucedió en Múnich como “La Traición de Múnich”. En Colombia cuando el pueblo no aprobó el acuerdo llamado “ Acuerdo de la Habana”, que luego pasó a llamarse como un teatro, para que así pareciera mejor una trágica comedia, también se le llamó la “Traición de Santos".
¿Qué nos espera? El último capítulo de lo firmado en Múnich fue una gran guerra. ¿Aquí en Colombia? Hasta ahora todo es muy similar. ¿Qué nos dice la sensatez y la cordura? El pueblo colombiano hasta la fecha, muy a pesar de haber sido violentado, ha actuado con moderación. ¿Será que las cosas están como están porque ha faltado ser más enfático en mostrar situaciones en el largo plazo y ser menos tontos?