La belleza no debería ser un bien. Pero es. Uno muy pasajero y relativo. Depender de ella para sobrevivir se convierte, por lo general, en una trampa que resulta en abusos, mentiras y grandes sufrimientos.
Así quedó reflejado esta semana en un interesante reportaje de la cadena CNN Money sobre las agencias de modelaje en los Estados Unidos. En él Carolyn Kramer, un exagente de modelos asegura que “son tan graves los abusos de esta industria, que se necesita un movimiento de derechos civiles para detenerlo”.
El reportaje va más allá de las denuncias ya conocidas sobre los desórdenes alimenticios, las drogas y el sexo.
Según Kramer, en vez de procurar el éxito de las profesionales en esta área, el objetivo principal de las agencias es explotarlas y humillarlas para quedarse con todas las ganancias.
Kramer colorea la narrativa de la historia que gira en torno a las finanzas de las agencias tras las cuales se esconde un negocio muy oscuro. Un negocio que se sostiene gracias a la ignorancia e inocencia de jóvenes atraídos por la promesa de convertirse en estrellas del mundo de las pasarelas y la publicidad.
Quienes caen en esta trampa son por lo general atractivos hombres y mujeres que no alcanzan la mayoría de edad —el promedio son 16 años— provenientes de ciudades pequeñas de bajos recursos, niveles medios o menores de educación, con grandes necesidades económicas y con pocas posibilidades de llegar a la universidad.
Con la oferta de que si trabajan duro y sobrepasan a la competencia, recibirán jugosos sueldos, entrarán a la fama y serán parte de un mundo de glamour, los jóvenes dejan sus hogares y sus familias persiguiendo un sueño que en muchas ocasiones acaba por convertirse en la peor pesadilla de sus vidas.
La historia cuenta cómo las agencias se quedan
con un altísimo porcentaje de las ganancias, pagan tarde,
o incluso dejan a estos jóvenes en deuda
La historia cuenta cómo las agencias se quedan con un altísimo porcentaje de las ganancias, pagan tarde los servicios prestados o incluso dejan a estos jóvenes en deuda. Los convencen de que el dinero se invierte en tratamientos, ropa, prácticas de pasarela, y tips de belleza. Las cuentas finales muestran exorbitantes costos que no conocían, y que claro, no se alcanzan a cubrir con lo que reciben por sus trabajos.
Por lo general, cuenta CNNMoney, los contratos son confusos y difíciles de rebatir, sobre todo por jóvenes menores de edad que creen en la promesa de sus nuevos protectores.
Quienes los mantienen en este círculo de dudosas promesas y mentiras trabajan en equipo y tienen años de experiencia en la manipulación. Los jóvenes terminan por convertirse en sus dependientes absolutos entregando el control de sus vidas y sus carreras.
Con amenazas que incluyen la terminación de sus carreras, las agencias o sus supuestos representantes obligan a estos jóvenes a vivir en difíciles condiciones. En muchos casos los convencen de realizar actividades sexuales o a ser parte de fotos o videos porno e incluso a acceder a favores que rayan en la prostitución. Varios casos incluyen violaciones o maltratos que nunca se denuncian por miedo a perderse de la promesa inicial.
Como las agencias no están reguladas y los contratos no son claros en cuanto a las horas, los lugares y los momentos en los que se realizarán los trabajos —pues todo depende de factores cambiantes— el espacio para la explotación y la mentira es enorme.
Y es un círculo de nunca acabar. Se nutre de las filas y filas de jóvenes inexpertos sedientos por estas supuestas oportunidades. Jóvenes que reemplazan rápidamente y sin querer a quienes ya fueron explotados y abusados.
La belleza es un bien. Uno pasajero y relativo. Tratar de vivir de él, es tan pasajero y relativo como su propia naturaleza.
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