Como decía un viejo y conocido periodista caribeño, esa es una “pregunta pringamosera”. Yo diría que es muy complicada de responder, bueno, depende del punto de vista desde el cual se le mire: desde lo pragmático o desde lo dogmático. Quizá es más sencillo responderla desde el marco espiritual de la fe, que desde lo filosófico pragmático. No obstante, siempre habrá una brecha entre éstas dos corrientes de pensamiento.
Existe una corriente filosófica que aborda el tema. La Teodicea surge como una reflexión filosófica que intenta explicar todo eso y “ajustar” lo que parecen contradicciones respecto a la omnipotencia y bondad de Dios frente a la existencia del mal. De ahí el propio nombre de Teodicea, que significa “justificación racional de Dios”. El término es de la autoría del filósofo y matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716).
Si le formulamos la pregunta en cuestión a un ateo, probablemente dirá que no tiene cabida porque sencillamente Dios no existe. No obstante, para Leibniz, Dios si existe y sostiene la tesis de que Dios, en su bondad, creó justamente éste, como el mejor de los mundos posibles.
En su momento, los argumentos de Leibniz en sus obras, fueron cuestionados por algunos pensadores, como Voltaire, por un hecho natural catastrófico: el maremoto que asoló Lisboa en 1755 que causó entre 60.000 y 100.000 víctimas mortales, siendo éste, un pueblo sumamente creyente.
A partir de ahí la palabra “teodicea” se utiliza para denominar cualquier investigación cuyo fin es explicar la existencia del mal (como en Colombia: la avalancha en mocoa, políticos corruptos, violadores de niños, Popeyes, falsos pastores, etc), dejando a salvo y justificando la bondad divina. Bien complicado de entender el asunto.
Si Leibniz en su época ya trata el problema del mal y trata de justificarlo, las reflexiones que su obra marcan, se cuestionan a partir de dicho hecho natural: la catástrofe del maremoto que asoló Lisboa. Las preguntas aún hoy surgen y quedan en un vacío: ¿Cómo en el mejor de los mundos posibles, como en Lisboa, o como en Colombia pueden suceder tantas cosas perversas como el desastre de Mocoa, siendo una población cristiana? La explicación de Leibniz entra en entredicho.
En esa época, otros pensadores como Rousseau y Kant, además de Voltaire, cuestionaron las justificaciones ofrecidas por Leibniz, y pasaron a concebir las cosas desde un punto de vista azaroso, en el cual la fortuna buena o mala va unida a la casualidad. Voltaire lo refleja en sus obras “Cándido” y en su “Poema sobre el desastre de Lisboa”.
Con todo, Voltaire no abandona la idea de Dios pero la asume desde otra postura filosófica, la corriente del Deísmo (postura filosófica que acepta el conocimiento de la existencia y la naturaleza de un Dios, a través de la razón y la experiencia personal, en lugar de hacerlo a través de los elementos comunes de las religiones teístas como la revelación directa, la fe o la tradición).
Puede sorprendernos el por qué unas catástrofes naturales como el maremoto de Lisboa o la avalancha en Mocoa pueden cuestionar de tal manera una visión teológico-filosófica de Dios -como la que armónicamente expuso Leibniz para el Dios cristiano-, pero hay que entender que en el contexto del siglo XVII tal hecho no se vio como algo natural, sino como una manifestación de la cólera divina. ¿Cómo se le vera hoy en el siglo XXI?
Así que la pregunta ¿Por qué Dios azota a una ciudad o un país creyente en él? Eso ponía en cuestión, precisamente, que el mal le fuera ajeno y estuviese vinculado al “pecado humano” y a la acción diabólica.
Sin embargo, la idea del mal junto a la existencia de un Dios bueno y todopoderoso ha preocupado desde siempre en el pensamiento humano. El problema básico surge de la pregunta de ¿por qué un Dios bueno no solo permite sino que crea el mal? Pues recordemos según la Biblia y demás data existente que el Dios cristiano es el creador de todas las cosas. A esto se ha intentado contestar que Dios no crea el mal sino que lo hace el Diablo y que, en sentido estricto, el mal viene del Diablo y no de Dios, pero eso no satisface demasiado el interrogante, solo lo traslada a otro vacío, porque Dios creó al Diablo según el esquema cristiano y, en cualquier caso, podría pensarse que Dios permite el mal al permitir actuar a esa figura maligna.
Definitivamente el asunto es un verdadero galimatías y cada quien es libre de informarse, de investigar y al final, solo después de haber revisado la data pertinente existente y de consultarlo con su propia conciencia, posicionar su pensamiento, su ideología del lado que le parezca más sensato.
Pero surge un problema: nos da pereza leer, investigar las distintas perspectivas del asunto, o no tenemos tiempo y mejor escogemos ir al templo de otro ser como nosotros (verdaderos o falsos pastores ) que creemos y confiamos en que sabe y ha estudiado mucho de Dios y adherimos a su creencia, a su idea, a su pensamiento y éste ni corto ni perezoso nos mete en su cuento. Y quedamos inmersos dentro de su burbuja ideológica, odiando a veces el pensamiento de otros que piensan diferente, subsidiándoles su modus vivendis con el diezmo.
La cuestión del mal, la cuestión de su naturaleza, las preguntas al respecto ¿Qué es el mal? ¿De dónde viene? ¿Es intrínseco a la naturaleza humana? ¿Es un factor externo a lo humano?, ¿tiene Dios implicaciones en esto o no?. Todas esas cuestiones se pueden responder de una manera u otra. El problema es ajustarlas y armonizarlas en una muy concreta investigación profunda por parte de cada individuo, desde varios prismas acerca de la idea de Dios, respetando las diferencias, y no desde la bodega de un pastor que adoctrina a su conveniencia.
*Consultor de negocios, coach, educador.