Desde el inicio de la pandemia nos hemos enfocado en las cifras de nuevos casos, muertos y recuperados; pero hay una enfermedad más que está atacando a los seres, una que afecta la parte emocional y psicológica de sus víctimas: la soledad.
Ahora bien, este confinamiento ha sacado a relucir nuestros mayores temores y debilidades, también ha dejado ver lo solos que podemos sentirnos entre tanta gente.
Existen en Colombia personas que viven en solitario, pasando el confinamiento entre cuatro paredes. Hay quienes pueden gozar de la compañía de su familia y quienes, aun acompañados, se sienten solos; estos últimos vienen experimentando el aislamiento social y una cuarentena emocional desde antes de la crisis mundial.
En mi caso particular, tuve que cambiar de ciudad por asuntos laborales. Desde ahí vengo padeciendo el calvario de una cuarentena emocional. Llegué a la ciudad de Pereira el 31 de enero del presente año, con sueños y un proyecto de vida. Lamentablemente, el destino tiene planes inciertos para nosotros, los cuales no podemos evitar.
El pasado domingo, día del padre, se cumplieron 142 días de mi aislamiento, de mi cuarentena... son 142 días desde el último beso de mi madre, el último abrazo de mi padre y el último chiste entre amigos y hermanos. Son 142 días desde el último amanecer en mi lecho familiar.
Aun desde antes de que se desatara la crisis mundial por la pandemia del coronavirus, ya experimentaba el distanciamiento social en tierras extrañas para mí. Es fácil sentirse solo incluso al estar rodeado de tanta gente, es fácil saber que la multitud no genera compañía; han sido días y noches de soledad, donde se vive entre cuatro paredes y se anhela el cariño del hogar.
La soledad es buena compañera, nunca te deja, siempre está acechando. Además, te genera comportamientos compulsivos, puede llegar a afectarte psicológicamente, puedes llegar a pasar fines de semana completos sin mencionar una sola palabra, igual no habrá quién la escuche... Necesitamos una pandemia de abrazos, de buenos sentimientos, de manifestaciones de amor.
Hoy he despertado viendo manifestaciones y celebraciones por la fecha especial, tal como en estos 142 días he visto transcurrir cumpleaños de mis seres queridos, el día de la madre y el tan esperado día del padre...
El reloj sigue sumando minutos, mientras restan días al calendario. La cuenta sigue y la soledad se marca cada día más. Todos necesitamos una dosis de afecto... es inútil tratar de ocultar eso, es risorio pretender ser fuerte cuando se quebranta el alma.
Esperemos poder salir adelante y superar esta pandemia. Esperemos el tan anhelado encuentro de las familias y las tertulias de los amigos. Por mi parte, sueño el abrazo con mis hijos y mi familia, y las carcajadas con mis amigos.
