En fechas recientes, el diario estadounidense The Washington Post, en su sección de energía y medio ambiente, publicó una imagen desalentadora. Un cangrejo en la remota e inhabitada Isla Henderson, en el Pacífico sur, emplea un envase plástico como “casa” en lugar de una concha natural.
Lo más irónico y lamentable del caso es que esta isla, considerada por la Unesco Patrimonio Mundial y en algún momento uno de los lugares más intactos de la mano del hombre, está ubicada en lo más recóndito del Pacífico, pero hasta allá han ido a parar unos 38 millones de residuos, en gran parte plásticos.
La naturaleza inhóspita de la isla, junto con su lejanía e inaccesibilidad habían garantizado la conservación de este ecosistema insular, de gran valor para la ciencia, según el diario citando a la Unesco.
El plástico es reutilizable y reciclable. Pero en Colombia y otros países de América Latina los esquemas de recolección de basura siguen siendo tan ineficientes para recogerlo y reciclarlo que es mejor que evitemos usarlo en lo posible, porque muchos de esos residuos van a parar al mar y contribuyen al deterioro de los ecosistemas.
El cambio climático como consecuencia de la actividad humana es una realidad, a pesar de que intereses oscuros, empezando por el Presidente de EEUU, Donald Trump, pretendan negarlo. Lo que ocurrió en Mocoa recientemente es apenas una muestra. Y el ritmo con que la población va tomando conciencia de la importancia de cuidar el planeta aún es muy lento.
De nuestras actitudes y hábitos de consumo depende el cambio. Por ejemplo, si empleamos las menos bolsas de plástico posibles en cualquier ámbito, es mucho lo que se gana. También si evitamos al máximo el uso del icopor, que aún no es reutilizable a gran escala.
Las cadenas mismas de supermercados, como Éxito, Carulla o Ara, también deben hacer mayores esfuerzos por desestimular el uso del plástico. Los 10 pesos que “regalan” a quien lleve bolsa de mercado reutilizable es más una burla que un verdadero incentivo.
Son las mismas cajeras y cajeros quienes tienen que desestimular el abuso de bolsas plásticas. Y otras industrias deben hacer más por seguir la llamada “economía circular”, en donde cada empresa se hace responsable de reutilizar la basura que generan sus productos o servicios.
Si como seres humanos presumimos de ser pensantes, empecemos a demostrarlo ya.