Amanecer del 21 de agosto. Luna llena roja inmensa cayendo por detrás de los farallones. Ardiente Sol de verano levantándose por la espalda de la cordillera central. Cielo azul sin fondo cargado de aire trasparente. Por esta puerta astral llegó a las siete y treinta y un minutos de la mañana a hacernos compañía en el planeta tierra Miranda Otoya Arroyo.
Sus cachetes llenos de vida, su labios de sonrisa reventada, su nariz anhelante, sus ojos aun cerrados como si estuviera terminando de resumir el sueño que durante el resto de su vida poco a poco nos ira revelando, y su rostro iluminado por los colores rojos de estos dos faros de la vida llenan su cara con un expresión de ternura que tiene a toda esta familia enloquecida de dicha.
Bienvenida sobrina divina. Bienvenida a esta familia que con tantas ganas te esperó. Bienvenida con tu mensaje lleno de sabiduría que arto nos está haciendo falta en el planeta… Que viva la vida celebrada en tu presencia Miranda
Miranda
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