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A las 6:30 de la mañana, media hora antes de que se abriera la sala 408, una de las más grandes de Paloquemao, Catalina y Francisco Uribe Noguera estaban frente a la puerta. Se veían tranquilos, seguros. El nudo que han tenido en la garganta desde que su hermano mató y violó a la pequeña Yuliana Samboní el 4 de diciembre del 2016, estaba a punto de deshacerse. A las 6:50 las puertas se abrieron. Como siempre, muy diligentes. Los hermanos Uribe Noguera durante todas las audiencias habían estado aprestos a entregar su celular, permitir la requisa completa y colaborar con las pruebas y testimonios necesarios. Los acompañaban familiares y amigos. Tal vez la única ausencia notable fue la de Isabel Noguera, la mamá, quien se había quedado cuidando a los hijos de Francisco.
Se sentaron juntos. Mientras el Juez 46 penal del circuito hablaba ante una sala repleta, Francisco cerraba los ojos e intentaba recordar alguna técnica de meditación para contener sus nervios. Catalina se calmaba mirando su bolso y el celular. A los diez minutos de empezar la audiencia el juez emitió la sentencia: los hermanos habían sido absueltos. Inmediatamente los hermanos se abrazaron. La emoción les arrancó lágrimas. Alborozado y agradecido Francisco le apretó la mano a su abogado titular Pedro Aguilar y su suplente Wilson Cadena. Los amigos, ubicados en las bancas, también gritaron y lloraron de emoción. La única que no sonreía era la férrea fiscal que intentó encerrarlos.
En la hora que siguió, en donde el Juez 46 leía con paciencia las conclusiones del caso, los hermanos tenían la cabeza gacha y lloraban en silencio. De cuando en cuando se miraban a los ojos y sonreían con alivio. Inmediatamente el juez terminó de leer, se abrieron las puertas de la sala e irrumpieron los periodistas. Mientras su hermano Francisco le ponía la cara a las cámaras Catalina abandonaba la sala con sigilo, acompañado de cuatro amigos. La pesadilla había terminado.