Doctor
Rodolfo Zea Navarro
Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural
Cordial saludo
Antes de que se agudizara la pandemia que amenaza la vida de los colombianos, estuvimos reunidos presentándole varios asuntos que acosan a los productores agropecuarios del país. En medio de un diálogo franco y respetuoso, expusimos los puntos neurálgicos de Dignidad Agropecuaria y acordamos una agenda para abordarlos y tratar de resolverlos. Hechos posteriores aplazaron los tiempos de ejecución de lo acordado, pero ello no significa —de ninguna manera— que en medio de la emergencia que vivimos, no sea imprescindible buscar soluciones a los asuntos planteados.
Siguiendo el derrotero de lo conversado empecemos por señalar que, así sea en medio de las dificultades que nos aquejan, se debe presentar el proyecto de Ley de Alivio de Deudas o —por la emergencia económica y social decretada— expedir un acto administrativo que arrope las soluciones que requieren los productores del agro endeudados y con procesos de remate de sus propiedades. La propuesta que se presentó contempla los siguientes aspectos:
1. Quitas de capital que deben ser por lo menos de hasta el 70% de los créditos originales.
2. Rebajas totales de intereses de mora y corrientes.
3. Costos judiciales asumidos por el Estado.
4. Para el resto del pago de capital plazos de diez años, con cinco en periodo de gracia y cuotas iguales los otros cinco años y sin intereses.
5. Los deudores acogidos a esta solución serán excluidos automáticamente del reporte y calificación del sistema financiero y serán objeto de nuevos créditos para recuperar su condición de productor agropecuario.
El gobierno nacional, que tanta solidaridad y apoyo pide y recibe de los colombianos, debe en esta dolorosa situación brindar solidaridad y apoyo a los productores endeudados.
Un segundo punto de la reunión fue el relacionado con los costos de producción, abultados por la devaluación del peso y por las importaciones de muchos insumos que podríamos producir. Para quienes producen para el mercado interno, los costos de producción se convierten en una camisa de fuerza que impide, casi siempre, vender con precios justos y remunerativos. Hablamos de papa, cebolla, panela, plátano, maíz, leche y sus derivados, fríjol, arroz y otros cereales, yuca, palma de aceite, hortalizas y algunas frutas. Concluimos que los costos del crédito, el agua y demás servicios, abonos, fertilizantes y otros insumos básicos, el transporte, los combustibles, las semillas y el arrendamiento de maquinaria y tierras hacen que la labor de producir los alimentos que requieren los colombianos sea ingrata, mal remunerada y a pérdida, muchas veces.
La competencia desleal creada por el contrabando y, sobre todo, por los tratados de libre comercio, TLC, destruye la producción nacional y somete al hambre a miles de campesinos y productores nacionales. Señalamos que si queremos que el agro salga adelante se requiere, hoy más que nunca, un plan de sustitución de alimentos importados que incluya subsidios, garantía de compra y otras medidas que permitan producir en el país lo que hoy importamos.
Otro aspecto del cual no hablamos, pero que nos preocupa, es la situación que se presenta por el coronavirus y los daños que causa y puede causar a campesinos y empresarios agrícolas del país en todos los sectores. Como usted sabe, señor ministro, se avecina una cosecha de café en la que se recogerán 6,5 millones de sacos y otras, de varios productos, en diversas regiones del país.
Quisiéramos adelantar conversaciones virtuales con los funcionarios que Usted designe para proponer algunas medidas para enfrentar la expansión del coronavirus en las zonas agrarias, y adelantar acciones que permitan atender, con el menor riesgo posible, las labores para recolectar las cosechas, adelantar prácticas culturales en los cultivos y sembrar los alimentos que habrán de consumir los colombianos en el segundo semestre del año.
Vemos con preocupación que varias acciones para controlar y amainar el ataque de la pandemia no se implementan. Dejar a los municipios la responsabilidad de atender a los campesinos y demás habitantes de las zonas que producen los alimentos es exponerlos a no disponer de los recursos necesarios. Si bien es cierto se requiere atender a millones de colombianos que habitan en las grandes ciudades no es menos cierto que aquellos que producen los alimentos —y por tanto garantizan la sobrevivencia de los habitantes urbanos— y que no son menos de 10 millones, también requieren del más fuerte respaldo de la nación.
Hablamos de dos o tres temas más que preocupan a campesinos e indígenas y a los empresarios agrícolas nacionales. No queremos atosigar, en medio de la pandemia que vive la nación, a las autoridades, pero si pedimos soluciones a los más apremiantes problemas que acosan a los que con su trabajo y esfuerzo están, si los dejan, en condiciones de alimentar a los colombianos.
Como agricultores que amamos a Colombia entendemos nuestro papel garantizando la seguridad alimentaria del país y hoy más que nunca creemos en la necesidad de trabajar hombro a hombro con el gobierno nacional para superar juntos la emergencia. Los agricultores hemos dado todo y lo seguiremos haciendo para que los colombianos puedan quedarse en casa mientras trabajamos para suministrar los alimentos que necesitan. Hoy le decimos al presidente Duque que podemos —con producción nacional— abastecer la nación si el gobierno modifica la política agraria y les da el apoyo necesario a los productores del país.
Comité Ejecutivo Nacional
Dignidad Agropecuaria Colombiana
