La salida de Germán Vargas Lleras de la Vicepresidencia de la República no solo tiene contento al general Óscar Naranjo, quien desde hace semanas cuenta las horas para ocupar el segundo cargo más importante en la Casa de Nariño, también tiene a los pesos pesados del partido de la U moviendo fichas, contratos y nuevas alianzas al interior del Ministerio de Transporte y las entidades adscritas de ese sector (la Agencia de seguridad vial, la Agencia de infraestructura, el Instituto nacional de vías y la Aeronáutica civil), que estaban bajo la batuta y los coscorrones de Vargas.
Aunque muy pocos lo sepan, porque es un personaje desconocido y más invisible que sus antecesores, desde el segundo semestre del 2015 el Ministerio de Transporte es administrado por el arrogante Jorge Eduardo Rojas Giraldo y su mentor y único jefe, el representante caldense Hernán Penágos, a quien le debe su carrera política. Su cercanía es tal que varios de los más cercanos colaboradores de Penágos están hoy en mintransporte y la esposa de Rojas, la comunicadora Juliana Londoño, es la jefe de prensa del Representante a la Cámara.
Cuentan que no hay contrato que se dé en el ministerio y en las entidades del sector de infraestructura y transporte sin la venia de Penágos o de su más fieles escuderas Paula Sánchez y Carolina Ochoa, secretaria general y asesora, respectivamente, las encargadas de colocar la gente del senador en los puestos mejor remunerados y estratégicos. Como ya se ha hecho público, algunos sin cumplir los requisitos de experiencia o estudios.
Es así como en la administración de Rojas, quien se autoproclama creador de la transparencia en la contratación en Colombia, se han conocido denuncias en las que se habla de contratos millonarios para contratistas o asesores con pocos estudios y poca o ninguna experiencia, también la concentración de contratos de la agencia de seguridad vial en el eje cafetero.
“Están pagando favores políticos y personales y le dan el mismo manejo que le daban a la alcaldía de Manizales”.
Estos movimientos empezaron a darse a finales del año pasado, cuando ya se rumoraba el cambio en la Vicepresidencia y que las funciones que se le encomendarían a Naranjo no estarían ligadas a infraestructura y vivienda, lo cual le abrió el apetito al camaleónico Penágos, quien convenientemente se ha puesto piel de santista para ocultar su naturaleza uribista y su estrecha amistad con los Zuluaga, para así tomar el toro por los cachos y tener el control total, junto con sus amigos, de la billonaria contratación de obras públicas en todo el país y de los jugosos contratos para publicidad en la agencia de seguridad vial.
El inexperto Rojas pasará a la historia como el peor ministro de transporte de Colombia al haber permitido el paro camionero más largo en el país y al haber concentrado todos sus esfuerzos en pagar favores políticos y personales en el Eje Cafetero, esa miopía no le preocupa por eso se prepara con la alegría de un niño para el relevo en la Vicepresidencia.
Con paciencia y haciendo barriga ha esperado ese momento, sabe muy bien que sus discursos los tiene Penágos y que únicamente debe salir a decirlos. Como un camaleón sabe qué disfraz utilizar y qué es lo que la gente y las cámaras quieren escuchar. Si algo sale mal, Penágos sale a su defensa en la prensa bogotana.
A Rojas, el exacalde y el exmilitar frustrado, en un principio le ofrecieron el Fondo Adaptación, pero su mentor logró -desde la presidencia de la Cámara- empeñar su palabra en Casa de Nariño y al interior del partido de la U para que le dieran una silla de oro, hoy la arrodillada empieza a dar réditos.
Si logra bajarle la temperatura a su agitada vida personal, podrá cumplirle a su mentor y hacer capital político para las próximas elecciones. Sería la única manera de que repita un cargo público en la alfombra nacional ante una gestión que no sobrepasa las montañas de su natal Manizales.
Su ego y su ambición le hacen pensar, como en Juego de Tronos, que cada capítulo puede tener un giro inesperado. Y al verse cada mañana al espejo como el nuevo álter ego de Álvaro Uribe, piensa que a lo mejor, en el 2022, termina coronado como Presidente.
Para conseguirlo, Rojas deberá tragarse varios sapos y quitarse los kilos y los moscos que se le han venido pegando a la chaqueta desde la Alcaldía de Manizales.
Hoy su discurso político comienza a caerse al igual la estantería con la que llegó al gabinete. Sus viceministros, más cercanos a Santos, son los que siempre encaran los escándalos y ponen la cara en los medios. El Mintransporte quiere pasar desapercibido para evitar que el profesor (JMS) se dé cuenta que desde hace meses viene sin hacer la tarea.
Lo que prometió a los camioneros nunca lo cumplió y se aproxima un nuevo paro, los empresarios se quejan por su extraña cercanía con los transportadores y el aumento de algunos fletes, los sistemas de transporte masivo están quebrados, los enfrentamientos entre taxistas y Uber no paran, la implementación de los peajes electrónicos terminó siendo un fiasco, la agencia de seguridad vial resultó ser una vaca lechera para millonarios contratos por publicidad, los peajes siguen subiendo y las vías cada vez están en peor estado. La locomotora de la infraestructura de Santos comienza a detenerse. Obras paradas.
¿Cuánto tiempo más durará el Ministro de Transporte del Uribismo en el gobierno de Juan Manuel Santos?
¡Corre la liebre!
Durante el plebiscito, Penagos y Rojas le prometieron a Santos asegurar los votos de Caldas. Ambos recorrieron juntos el Eje cafetero. Al final, en esta zona del país ganó el No y obtuvo 180.366 votos. Si como dice Santos, en la política el amor se demuestra con votos y presupuesto, Penágos y Rojas desde hace rato perdieron el año.