He tenido buena impresión de Ángela María Orozco, hoy ministra de Transporte, expresidenta de Proexport a comienzos de siglo y última ministra de Comercio Exterior del gobierno Pastrana, cargo en el que sustituyó a la actual vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez.
Común denominador en el lenguaje oficial de la época: aumentar la productividad, competir en los mercados internacionales, diversificar la oferta exportadora, apoyo a la innovación tecnológica. Lenguaje modernizante, abierto a los profundos cambios en la tecnología y al mundo global.
De ahí que resulte absurda la orden de suspensión de las licencias de conducción, que les serán canceladas, por 25 años, a conductores que utilicen sus vehículos particulares en lo que el Ministerio a su cargo denomina la prestación ilegal del servicio de transporte público. En otras palabras, las aludidas son plataformas como Uber o Cabify y algunas decenas de miles de conductores.
La ministra, desde luego, lo sabe: estamos inmersos en profundos cambios. Los modelos de negocios tradicionales están siendo sustituidos a una velocidad de vértigo. Ya es cliché: la compañía más grande de contenidos digitales no los produce (Facebook); la empresa de mayor cobertura de alojamiento en el mundo carece de inversiones en finca raíz (Airbnb). La firma transportadora urbana que transporta mayor número de pasajeros en el planeta carece de vehículos propios (Uber). Plataformas que unen oferta y demanda, que eliminan o reducen la intermediación. Economía compartida, o por demanda, eficiente en el uso de capacidades instaladas sobrantes. ¿A multarlas y cerrarlas?
Se cayeron los periódicos impresos, las antiguas formas de mercadeo, las tiendas de videos y música del tipo Blockbuster y Tower, caen las cadenas de distribución al detal y conglomerados virtuales como Alibaba y Amazon mandan hoy, la parada.
La ministra, desde luego, lo sabe: estamos inmersos en profundos cambios.
Los modelos de negocios tradicionales están siendo sustituidos
a una velocidad de vértigo
Un primer problema de la resolución de Mintransporte consiste en que, dentro de 25 años, por allá en el 2043, por aplicaciones de la inteligencia artificial, los vehículos no tendrán conductores. El cuento es ya una realidad tecnológica aunque aún faltan tres o cuatro lustros para que sea una verdad comercial.
Así es: inteligencia artificial, nanotecnolgía, robótica, biotecnología, impresión en tres dimensiones, computación cuántica, convergen para crear muevas formas de producir, distribuir y consumir. Viejas industrias y ocupaciones, desde luego, se ven afectadas. Nuevos retos, nuevos tipos de empleo, que reclaman nuevas maneras de proveer seguridad social y ahorro pensional, solo para citar unas pocas incógnitas, están a la orden del día. ¿Cómo apoyar a los rapitenderos? La obligación de los líderes del sector público radica, justamente, en buscar las soluciones a las nuevas realidades. ¿Cómo proteger a las personas que pierden su empleo, cómo reentrenarlas en las nuevas tecnologías, cómo propiciar las nuevas plataformas?
Lo del Ministerio de Transporte se asemeja al movimiento del ludismo, a comienzos del siglo XIX, inspirado en los artesanos ingleses que, desplazados por los telares industriales y, en general, las máquinas textiles, optaron por una solución, naturalmente de baja proyección: destruir las máquinas.
El lenguaje de un ministro juega un papel importante en la construcción de una cultura de innovación, mas aún en años en que se habla de cambio exponencial que no nos permite asimilarlo como debiéramos. Tecnología, globalización, cambio climático se unen en una trenza que obliga a los dirigentes políticos, empresariales y de gobierno, a diseñar estrategias para sacarle el máximo provecho, para preparar a los niños de hoy para lo que se viene.
La resolución de la cancelación de la licencia de conducir parece más la concesión a otras presiones. Olvida que, por realidades de mercado, se multiplicó un fenómeno como Uber en esta y otras latitudes. La competencia es siempre bienvenida: gracias a Uber y Cabify el servicio de los tradicionales servicios ha tenido que ponerse las pilas y los cupos vieron caer sus precios. En general, los usuarios dan buena calificación a las nuevas plataformas.
Tarde o temprano, mucho antes de los 25 años, las plataformas habrán invadido todos los sectores de bienes y servicios. Ojalá la ministra dé, de nuevo, señales de apoyo a la innovación, como hace casi dos décadas.