La extraordinaria huelga de ya 51 días en el Cerrejón está mostrando la intransigencia empresarial y se interés de doblegar a sus trabajadores tratando de imponer desmejoras en su actual convención colectiva, producto de 35 años de lucha contra la voracidad de las actuales multinacionales dueñas de Cerrejón, Glencore, BHP Billiton y Anglo American, tanto en materia laboral como ambiental. Les quieren imponer una especie de decreto 1174, otra convención desmejorada y un nuevo turno de trabajo, llamado por los trabajadores “el de la muerte”, porque se pasaría de jornadas de 12 horas por 4 días a la semana a unas de 12 horas por 7 días seguidos, que implicará las enfermedades y accidentes laborales al por mayor. Y la "autoridad laboral" brilla por su ausencia. Dirá Duque: son mis socios.
Este es un conflicto que viene generando una confluencia de todas las fuerzas vivas de la comunidad guajira que presagian un paro cívico regional, de no llegarse a un pronto acuerdo.
La minga indígena (social y comunitaria) del suroccidente, que ante la indiferencia y menosprecio del presidente Duque por un diálogo directo en Cali, decidió venir hasta Bogotá a exigirle esa interlocución, a la que sigue negándose porque presuntamente es una acción política. ¿Y las que él hace, qué son?
La minga se ha convertido en un destacado baluarte de la confluencia de sectores sociales que territorialmente ven continuas masacres y asesinatos de sus líderes, presencia de grupos al margen de la ley, paramilitares y guerrilleros, narcotraficantes y fuerzas de Estado que no controlan a estos grupos y, por el contrario, los agreden. Multinacionales que amparados en legislaciones y presuntos títulos, los desconocen y deterioran sus territorios y ambiente. Todo ello en un marco donde el gobierno hace trizas los acuerdos de paz y desconoce el Estado de derecho, agravando su deteriorada situación a la que han sido sometidos históricamente. Por eso quieren dialogar con el presidente, para hacer ver el olvido y la desatención a que han sido sometidos.
Contrario a lo perseguido por el presidente Duque, la minga ha despertado múltiples simpatías y expresiones de solidaridad y apoyo a sus causas y a su movilización, por la disciplina y manifestación pacífica. Con ello han desmentido categóricamente al gobierno su continúa estigmatización por, según Duque, oscuros intereses políticos e infiltración.
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La minga ha sido el mejor animador de la protesta social y del paro nacional del 21 de octubre promovido y convocado por el Comité Nacional de Paro
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La minga ha sido el mejor animador de la protesta social y del paro nacional del 21 de octubre promovido y convocado por el Comité Nacional de Paro. Porque los objetivos son similares y la situación que vive la inmensa mayoría de la población es mucho peor de la que se vivía el año pasado y motivó el extraordinario paro nacional del 21 N.
La pandemia y el equivocado manejo dado por el presidente Duque, ha causado grandes estragos en la economía, el empleo y el deterioro social. Ha aumentado la pobreza y la desigualdad, en Colombia ha dejado los peores indicadores en salud, en atención a la población y al tejido empresarial. Es decir, se han acrecentado las razones y motivaciones para la protesta. Eso muestra la confluencia de expresiones de lucha reivindicativa y política que no quiere entender el gobierno de Duque.
Por el contrario, además de estigmatizar, el gobierno le da un tratamiento represivo a la movilización social, como bien lo señaló el fallo de la Corte Suprema de Justicia llamándole la atención por la brutalidad policial en las memorables jornadas del 21N, que terminaron con el asesinato del joven Dilan Cruz. Ante las ellas, el gobierno se ha negado a aceptar y aplicar. Por el contrario, ha respaldado una mayor acción de brutalidad policial como el pasado 9 y 10 de septiembre ante el estallido social desatado por los jóvenes ante la brutal tortura y asesinato del estudiante de derecho Javier Ordóñez.
El común denominador de todas estas situaciones es la negación de las peticiones , su estigmatización, la represión y persecución, la intransigencia de gobierno y empresarios para dialogar y negociar.
Este proceder, generará como en Chile y Bolivia la opción de grandes transformaciones constitucionales que superen normas dictatoriales y nuevamente gobiernos progresistas. El gobierne pretende sofocar esta escalada de la movilización social mediante la guerra y la intimidación. Los viejos y renovados métodos del fascismo. A ella solo se le responde si se salvaguarda la democracia del Estado de derecho, con confluencia social y política y una fuerte movilización social, como la que hoy se desarrolla, en la huelga, la minga y el paro nacional
Posdata: Y como ya hizo Chile, debemos conmemorar el primer aniversario del 21N. Eso sí, con bioseguridad y pacíficamente.
Twitter: fabioariascut