Ser minero no solamente implica un arduo trabajo físico, sino enfrentarse a un entorno difícil donde hay total oscuridad y el peligro juega un papel muy importante, pues existen muchos riesgos a los que se exponen estas personas diariamente cada vez que llegan a su lugar de trabajo.
Entran a una mina y no tienen la certeza de volver a salir, pero a pesar de eso viven con la fe intacta, pues la fe del carbonero es confiar plenamente en que todo va a estar bien. Ellos se levantan con la esperanza de ir a producir para llevar un sustento a su familia y su resiliencia persiste con el objetivo de regresar a sus hogares para poder abrazar a sus queridos.
Cada día aprendemos algo diferente y definitivamente no conocemos la historia hasta que no la vivimos. En esta ocasión tuve la oportunidad de conocer una parte importante de la vida de los carboneros que se encuentran en Samacá, en el departamento de Boyacá.
Esta fue una experiencia que me dio valentía y ganas de mostrarle al mundo que hay millones de personas que tienen un valor gigante que hay que resaltar, porque luchan con el sudor en la frente y su oficio es de admirar.