Por sus características como primera mina a cielo abierto en el mundo y principal actividad económica en el departamento de La Guajira, así como por decisiones judiciales, más sonoras que severas, como la suspensión de explotación del arroyo Bruno, el presente y el futuro de Carbones del Cerrejón concita discusiones, algunas falaces, a las que Sintracarbón no puede ser ajeno.
Durante los recientes treinta años, las diferentes compañías mineras multinacionales que se han sucedido en la explotación de la mina Cerrejón, a través de la empresa Carbones del Cerrejón, han obtenido importantes beneficios, aún en tiempos de bajos precios del mineral. Lo han logrado gracias a la calidad del carbón guajiro, la facilidad de su explotación en la mina a cielo abierto más grande del mundo, la disciplina de sus trabajadores y las garantías jurídicas y económicas otorgadas por el Estado colombiano. Ello se comprueba en la ubicación de esta compañía como la 26 en el ranking de las empresas en Colombia, según su patrimonio y utilidades.
El 2018 inicia con un importante repunte del precio del carbón, siguiendo una progresión, inesperada por las preocupaciones de los ambientalistas sobre el mineral, pero explicable por el crecimiento de economías como la china, que inició en 2016 y que se fortaleció en el segundo semestre de 2017. El crecimiento del mercado internacional ha disparado el precio internacional del carbón en porcentajes superiores a 60% en el período; los expertos auguran que la tendencia es el crecimiento y que el peor escenario a temer, si existiera, es la estabilización del precio, nunca su caída.
La noticia de mejores precios es útil a todos los mineros del carbón en el mundo. Pero resulta particularmente importante para las minas de la Costa Caribe colombiana, dada la caída de la producción de sus competidoras, las minas de la región Andina. Con las posibilidades de nuevos desarrollos de los tajos Clinker, Oreganal y Patilla, Carbones de Cerrejón tiene la oportunidad de crecer su explotación hasta colmar su expectativa de exportación de 40 millones de toneladas anuales de carbón de alta calidad. La pregunta es si los mejores precios y la mayor productividad de la mina, que todavía tiene otros tres decenios de expectativas de producción, beneficiarán, como hasta ahora, a los socios de la multinacional o si irradiarán al territorio guajiro y su población.
La actividad minera ha significado para el departamento de La Guajira el deterioro de recursos naturales esenciales para la vida: el agua, cuya inaccesibilidad lo ha convertido en el departamento con más alta tasa de desnutrición en el país, y el aire, deteriorado hasta ser uno de los más contaminados del país, por el polvillo de carbón. Tan grandes sacrificios no se han compensado en mejoramiento de las instituciones políticas y educativas, en la construcción de un sistema de salud que responda a las necesidades de ese territorio y en la gestión de un modelo de desarrollo sostenible y sustentable.
Cuando se pone la discusión en los términos de la baja productividad de la mina en años recientes, atribuyéndola a factores jurídicos y no a problemas de su administración o cuando se le plantea como resultado de las condiciones del mineral en mercados externos, que han variado sustancialmente desde 2016, se introduce una conversación incompleta y tendiente a mantener un único ganador con la explotación de los recursos naturales del país y el trabajo de los mineros que laboran en La Guajira.
Los treinta años que le quedan a Cerrejón permiten que la multinacional y la ciudadanía guajira definan las bases del desarrollo integral del territorio, apuntalándolo en el pago justo de impuestos y regalías; acuerdos para el uso regulado y vigilado de los recursos públicos; el mejoramiento de la actividad minera con reducción de su impacto sobre la salud humana y el medio ambiente, así como en la construcción de una institucionalidad que soporte el desarrollo del territorio. Como una de las organizaciones más grandes y sólidas del departamento, Sintracarbón propone a la comunidad de La Guajira, y a los colombianos que quieran acompañarnos, liderar un proceso de concertación que construya los acuerdos que abran el camino del futuro para La Guajira.