Es una verdadera lástima que tanto el ministro de Agricultura como la vicepresidenta Martha Lucía Ramírez no hubieran presenciado la cara, la voz y la profunda molestia —para usar una expresión suave— de las líderes de asociaciones de Mujeres Campesinas, al referirse a sus expresiones cuando presentaron el enésimo diagnóstico sobre la situación de este sector de mujeres. Estos funcionarios públicos se refirieron a la agricultura campesina como un freno al desarrollo del sector; palabras más palabras menos, afirmaron que esas actividades pequeñas son ineficientes y lo que se necesita es el desarrollo de la gran empresa en el campo. Para las mujeres campesinas presentes en ese lanzamiento esto fue una ofensa. Paro los demás, prueba de su profunda ignorancia y de la irresponsabilidad de estos dos funcionarios.
Cómo se atreven porque además no es la primera vez que este ministro se refiere en esa forma despectiva a la actividad productiva más dinámica en medio de esta pandemia sin la cual los colombianos, no tendrían comida fresca en sus mesas diariamente. El hambre que sí se está dando dolorosamente en las ciudades, obedece a la carencia de ingresos de amplios sectores vulnerables que no logran recibir las ayudas anunciadas. Esta crisis humanitaria de estos sectores, no necesariamente se puede asociar a la falta de productos perecederos. Como será de insensible este ministro que apenas se inició la pandemia rebajó los aranceles para los cereales cuando en este país es evidente que maíz, cebada y trigo se pueden producir en esos microfundios en donde se cultiva la agricultura familiar. Su decisión obviamente responde a los intereses de grandes productores del sector avícola y ganadero, a quienes los pequeños agricultores no les quitan el sueño.
Pero la población rural en Colombia es cerca de un tercio del total del país y por lo menos 6 millones viven dispersos con condiciones de vida de tres siglos atrás, además de producir sin apoyo del Estado. Lo que necesita el país y en particular los campesinos, es un ministro que reconozca su inmensa importancia y su obligación de empezar a reducir la brecha rural urbana, probablemente la peor de todas las que nos caracterizan.
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¿Sabía usted señor ministro que antes de que la apertura destrozara la producción de perecederos, ella garantizaba cerca de 2/3 de la canasta de alimentos de los colombianos?
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Esto pasa cuando el gobierno desprecia al sector rural sumido en el olvido y cree que solo la gran empresa es la necesaria. ¿Sabía usted señor ministro que antes de que la apertura destrozara la producción de perecederos, esta producción del sector rural garantizaba cerca de las 2/3 de la canasta de alimentos de los colombianos? ¿Sabía usted que Colombia tienen si no la mayor una de las más grandes poblaciones campesinas de América Latina que con urgencia necesitan una política de desarrollo rural? Como se ha visto por sus actuaciones, palabras y decisiones, usted no tiene idea de estas realidades que son de su ámbito de responsabilidades.
Pero, además, como se atreve la vicepresidenta a afirmar que hay que hacer a las mujeres rurales propietarias de la tierra, cuando si algo ustedes tienen claro en el gobierno, es que la vergonzosa concentración de la tierra en este país no se toca. Pregunta: ¿Cuanta tierra han distribuido de la que debería estar disponible para este fin en el Fondo de Tierras, de acuerdo con el compromiso adquirido por el Estado colombiano en el Acuerdo de Paz que ustedes ignoran? Promesas populistas falsas e irresponsables.
El Ministerio de gricultura en manos de políticos conservadores ha tenido muy mala suerte, pero algo como lo que estamos viendo pasa la raya de lo inaceptable. Es hora de que el presidente Duque ponga los ojos en este sector entre otras, porque son, la producción de alimentos y la agroindustria de alimentos, los que después de esta crisis pueden ofrecer esas divisas que vamos a dejar de obtener por el petróleo. Lo dice la FAO: Colombia es uno de los 7 países que puede responder a la creciente demanda de alimentos que se prevé en un futuro en el mundo.
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