El reconocido profesor de teoría económica, Huerta de Soto, nos presenta un caso ilustrativo: Durante la Segunda Guerra Mundial, la economía alemana estaba orientada hacia una economía de guerra. Al finalizar la confrontación, su economía estaba gravemente afectada. Su aparato productivo había sido blanco de intensos bombardeos por parte de los aliados, había un desabastecimiento generalizado y el hambre comenzaba a hacerse evidente en las calles.
Frente a esta situación, Estados Unidos y sus aliados decidieron establecer precios máximos y cartillas de abastecimiento. Paralelamente, rescataron la figura de Konrad Adenauer, un católico perseguido por el régimen nazi, para que contribuyera a la formación de un sistema democrático. Adenauer nombró a Ludwig Erhard, influenciado por las ideas de Von Mises, como ministro de economía. Erhard defendía las ideas del liberalismo clásico, lo que se conoce como la escuela austriaca de economía.
Adenauer y Erhard decidieron dar un giro drástico a la política económica. Para ello, el primer decreto que establecieron fue eliminar todos los precios máximos y las cartillas de racionamiento. El profesor Huerta de Soto nos relata que, ante tal iniciativa, los americanos, alarmados por este decreto, reprendieron a Adenauer y a Erhard. Este último, con las manos atrás y mirando hacia abajo ante tal reprimenda, solo suplicaba para sí mismo: “Virgencita, que funcione la teoría económica”. Pocos días después de expedir el decreto y liberalizar el mercado, surgieron de manera espontánea mercados con productos de primera necesidad como patatas, pan, leche, cebollas, entre otros. Esto fue el principio del llamado milagro económico alemán.
El recién electo presidente de Argentina, Javier Milei, es un economista con varios estudios de postgrado y una amplia experiencia en el sector privado. También fue catedrático de teoría económica y autor de varios libros. Gracias a sus amplios conocimientos, fue invitado a dirigir varios programas de radio y televisión, donde se destacó por su peculiar estilo y por demoler a sus contertulios con sus profundos conocimientos de economía.
Milei, discípulo del profesor Huerta de Soto y lector de Von Mises y Hayek, es un gran defensor de las bondades del liberalismo, tanto en su concepción política como en el respeto a las libertades individuales, la separación de poderes, un estado limitado y con contrapesos efectivos.
También defiende el liberalismo económico, entendido como la liberalización de la economía, la libertad de emprendimiento, el respeto por la propiedad privada y la reducción de impuestos a las empresas. En palabras del propio Milei, “el liberalismo es el respeto irrestricto al proyecto de vida de los demás siempre y cuando no afecte negativamente a otras personas”.
Es un combatiente férreo contra lo que Von Mises denominó estadolatría, que no es otra cosa que asumir que el individuo no puede valerse por su cuenta y delega al estado la solución a todos sus problemas, asumiendo que el estado es algo virtuoso.
Milei aboga por una sociedad abierta y una economía completamente liberalizada, similar a las de los países del primer mundo. Su visión es una sociedad altamente competitiva que genere riqueza, promueva la movilidad social y cuente con un estado pequeño pero eficiente, que no derroche el gasto público. Su propuesta se puede resumir en el proverbio: "Dale un pez a un hombre y lo alimentarás por un día; enséñale a pescar y lo alimentarás para toda la vida".
A pesar de que los medios de comunicación lo catalogan como de extrema derecha, esta etiqueta es errónea. Milei no es conservador, autoritario ni ultranacionalista. Es un libertario que cree en las máximas libertades individuales, la eficiencia del libre mercado y la mínima intervención gubernamental en la vida de las personas.
Milei ha criticado constantemente el modelo económico de su país, el peronismo, y su variante, el kirchnerismo, que se asemeja más a un socialismo disimulado. Este modelo se centra en políticas de asistencia social, una mal entendida redistribución de la riqueza, una sobre regulación de la actividad productiva y altos impuestos que asfixian a las empresas. En los últimos años, este modelo ha limitado el desarrollo económico del país y empobrecido a la población.
A primera vista, los datos macroeconómicos de Argentina en comparación con Colombia no parecen tan malos. Por ejemplo, en 2022, el PIB de Argentina fue de 602.938 millones de euros, y su PIB per cápita de 13.162 euros. En ese mismo año, los datos para Colombia fueron: PIB de 326.356 millones de euros y PIB per cápita de 6.324 euros. Aunque la economía de Argentina es casi el doble que la de Colombia, lo que está afectando a los argentinos es la inflación, que alcanzó el 140% debido a la constante e irresponsable emisión de dinero del banco central.
En Argentina, que tiene una población de aproximadamente 46 millones de personas, unos 20 millones reciben alguna ayuda económica del estado. Esta situación, junto con una gran deuda con los mecanismos de financiación internacionales, ha empobrecido a la sociedad. De hecho, la tasa de pobreza para 2023 se situó en un 40%. En otras palabras, la otrora clase media dominante ha descendido a la pobreza.
Para combatir esto, Milei propone la dolarización de la economía, la eliminación de subsidios, especialmente a la gasolina y al transporte, la eliminación progresiva de planes sociales, recortes al gasto público, privatización de empresas públicas deficitarias, voucher educativo, desregulación del mercado de armas, fomento a la inversión privada y eliminación y reducción de impuestos, entre otras medidas.
Milei es sincero al decir que para sacar a Argentina del atolladero y posicionarla como un país del primer mundo, se necesita mucho sacrificio por parte de las nuevas generaciones. Si se siguen sus postulados, proyecta que Argentina, en 35 años, tendrá un nivel de vida como el de Estados Unidos, Canadá o la vieja Europa occidental.
La historia nos muestra cómo la aplicación de políticas económicas acertadas puede convertir países pobres en ricos, pero también funciona en sentido inverso, cuando se aplican pésimas medidas. Argentina es un ejemplo de esto. A finales del siglo XIX y principios del XX, era un país muy próspero, comparable con los estados europeos. Su PIB per cápita rivalizaba con el de Estados Unidos. De hecho, millones de europeos emigraron a Argentina, donde se asimilaron y formaron una pujante clase media. Ahora la argentina afronta una pobreza generalizada.
Sin embargo, Milei enfrenta un desafío difícil. A pesar de haber ganado las elecciones con el 55.6% de los votos, superando a su contrincante Massa por más de 10 puntos, lo que le otorga una gran legitimidad, esto podría reflejar más bien la desesperación de una sociedad empobrecida y cansada de la propuesta peronista. Milei no tiene mayorías en ninguna de las dos cámaras, carece de experiencia en la gestión gubernamental y es incierto cómo reaccionarán los enormes sindicatos ante las inminentes privatizaciones, o las clases menos favorecidas ante el desmantelamiento progresivo de las ayudas sociales.
Existe la posibilidad de que Milei termine en una situación de ingobernabilidad, como ocurrió con el expresidente De la Rúa. O que le hagan reorientar drásticamente sus propuestas como en el caso de Mauricio Macri. Sin embargo, es importante destacar que Milei obtuvo el apoyo de las clases bajas, medias y altas de la sociedad, y especialmente de los jóvenes. Tal vez este sea el aspecto más relevante: que la juventud argentina vea que existe otro proyecto económico y social que puede llevar al país de nuevo a las grandes ligas en el escenario internacional.
Lo cierto es que, si Milei fracasa, la argentina volverá a abrazar las propuestas peronistas- kirchnerista. También podría suceder, como explicaba el profesor Huerta de Soto, que esto sea el comienzo del milagro económico, en este caso, el argentino.