“La última vez que vi a mi papá fue en enero y el último día que estuve en contacto con él fue el 15 de marzo. Él estudia Licenciatura en Arte, me pidió que tomara unas fotografías para un trabajo que él tenía para la universidad, se las tomé y desde ahí no volví a saber de él. Hubiese deseado escucharlo y saber que estaba bien”, relata Johanna por medio de una videollamada. Se ve en su cara preocupación, el recuerdo la intranquiliza un poco.
“Él llevaba una semana con síntomas de neumonía, se agravó el 25 de marzo en la noche, me contó la esposa que lo habían llevado a una UCI (Unidad de Cuidados Intensivos), pero ella no tenía ni idea a cuál. Él estaba muy mal, estaba en coma. Fue un choque muy fuerte, yo tenía 20 llamadas perdidas de mis tíos, primos y abuelos; mi primera reacción fue un ataque de pánico y ansiedad, comencé a llorar, me temblaba todo, no entendía qué estaba pasando”, continúa diciendo.
El sentimiento que transmitió Johanna al contar cómo se enteró que su padre estaba mal de salud fue muy fuerte. En la llamada había momentos de silencio y duelo que se sentían en el ambiente. Ella no ha tenido una cercanía constante con su padre. Al saber que él estaba en cuidados intensivos y no podía verlo, sentía una impotencia muy grande, como si le arrebataran su bien más preciado. “Los síntomas que tenía eran neumonía, hipertensión, diabetes y no podía respirar por sí solo, estaba en coma inducido… El 30 de marzo le hicieron una prueba para descartar COVID-19 y salió negativo, no entendíamos qué era lo que estaba pasando. Al otro día, le realizaron otra prueba y confirmaron que mi papá era positivo para el virus, mi mundo se derrumbó”.
Como Johanna hay muchas personas que se han sentido confundidas y no creen que un familiar o una persona tan cercana a ellos pueda tener este padecimiento, pero así es la realidad. El COVID-19 es una enfermedad que se propaga fácilmente, por contacto mínimo de un metro o cuando un individuo estornuda o tose, puede extenderse a las personas que están a su alrededor.
“De ahí en adelante los días fueron muy difíciles, hubo un día en el que uno de los medicamentos que le daban creó una reacción alérgica y comenzó a convulsionar, los médicos decían que él no iba a salir de esto. El 10 de abril nos dan la gran noticia que mi papá ha despertado y sus signos vitales están muy bien, eso fue una alegría inmensa, mi papá estaba vivo, ya su cuerpo respondía a movimientos involuntarios, fue una dicha indescriptible”, siguió relatando.
El doctor encargado de la UCI hizo una videollamada al otro día que Germán, papá de Johanna, despertó.
“Antes de comunicarnos a mi papá, el doctor nos contó que él era muy creyente a Dios, y encomendó a mi papá en sus oraciones para que él se recuperara y todo saliera bien. Nos dijo que algo inefable pasó el día que mi padre despertó. Un paciente que estaba en el cubículo de al lado de él se recuperó inmediatamente, lo mismo pasó con otro paciente que estaba al otro costado de la sala, era como si existieran ángeles trabajando en esa sala por los pacientes con COVID-19”, dice.
El papá de Johanna está en habitación, solo tienen permiso los doctores para verlo y su hija lo ve una vez a la semana por medio de una videollamada que no dura más de 10 minutos. “Mi papá se está recuperando y está en condiciones óptimas para volver a ser el que era antes, esperamos que pueda salir pronto de la clínica para poder abrazarlo y decirle cuanto lo quiero”.